Un Fantasma recorre Europa
Hoy este humilde desarticulista quiere comenzar su diatriba con la frase que encabeza el Manifiesto Comunista “Un fantasma recorre Europa”, aunque bien podríamos decir hoy que el fantasma está recorriendo nuestra santa localidad, “Sanlúcar de Barrameda”. Ese fantasma en forma de Covid 19, Coronavirus o bichito como quieran llamarle se ha adueñado de toda nuestra vida y está sembrando el terror en el presente y nos abre un futuro de bastantes incertidumbres.
Sanlúcar en lo referente a dicho tema parece que se ha dormido y solo nos queda el interrogarnos de cómo será el mañana atendiendo a las visiones apocalípticas, como a las esperanzas de recuperar algún día la gracia y la alegría de vivir en una ciudad como es Sanlúcar de Barrameda.
“Miré, y vi. un caballo bayo. El que lo montaba tenía por nombre Muerte y el Hades lo seguía: y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad y con las fieras de la tierra.”
Apocalipsis 6,7-8
¿Muerte, miedo y hambre, es acaso el futuro que nos espera? Sanlúcar no va a ser una excepción, una localidad que ha puesto en los últimos años gran parte de su futuro en manos del turismo y en manos de la hostelería: Y por ende sufrirá un golpe de proporciones bíblicas.
El coronavirus se ha adueñado de nuestras vidas y se puede reconocer en él el fantasma del miedo. Se deben de tomar medidas valientes para intentar minimizar en la mayor medida de lo posible el desastre que se avecina. Debemos de mirar al pasado para encontrar momentos en los que nuestra localidad se enfrentó a crisis globales, “entiéndase la crisis hipotecaria que tanto daño produjo en nuestra localidad” que puso en peligro nuestro progreso, aunque poco tenga que ver con la situación creada en la actualidad.
Hoy en día parece un poco difícil que con los nuevos canales de comunicación lleguemos al alarmismo y desinformación que se produjo con la mal llamada Gripe Española o la Gran Depresión de 1929. Las consecuencias como no se tomen medidas urgentes, y en este caso podríamos paliar algo la situación actuando rápidamente desde la Administración Local, serían la destrucción de puestos de trabajo, hundimiento del comercio y empobrecimiento de la población. Siento pavor solamente con la idea de volver a ver las colas a las puertas de Cáritas, ya que en un caso muy extremo podría llegar a quebrar los sistemas democráticos en gran parte de Europa.
Dentro de las posibilidades que se pueden permitir a una Administración Local nuestro Ayuntamiento tiene que poner ya las cartas sobre la mesa, no se pueden estar prometiendo partidas presupuestarias para planes de empleo que nunca llegan, hay que aunar esfuerzos, la oposición tiene que arrimar el hombro y dejarse de demagogias y populismos que lastran la gestión diaria.
Sanlúcar no se va a arreglar sacando fotos en el facebokk indicando lo limpito que lo estamos dejando todo. El Ayuntamiento no tiene la panacea en esta crisis pero sí será la primera institución a la que recurrirá el ciudadano ante la crisis que se avecina.
La Sanlúcar de hoy no es la Sanlúcar de 1918, ni la de 1919 y si me apuran bastante tampoco es la de 1978. Nuestra Administración tiene mayor capacidad de respuesta, aunque el problema sea a nivel mundial. Cada mejora que podamos incluir representa un reto a superar. ¿Por qué se eterniza el comienzo de las grandes actuaciones urbanísticas que podrían paliar en alguna medida la crisis de empleo que se avecina?, ¿por qué Sanlúcar sigue siendo una ciudad sucia y no se aborda un plan de choque a través de inversiones y los tan cacareados planes de empleo? Siempre la callada por respuesta. No podemos seguir con la demagogia en las redes sociales ya que la extensión de la democracia, la claridad e igualdad de oportunidades es la base de un estado del bienestar. No podemos permitir que los egoísmos a manos de un Equipo de Gobierno o de una Oposición acosadora dinamiten lo que hemos podido construir año tras año ya que practicar la política de la demagogia solo conduce al aislamiento y la xenofobia.
Nunca estaría de más que echáramos un vistazo al pasado.
José Luís Zarazaga Pérez
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