Cualquier periodista, con solo esforzarse un poco, es capaz de convertir en poesía su prosa para describir los encantos de esta ciudad y el de sus gentes. Pero, Sanlúcar, es algo más que la musa de algún escribidor para realizar su crónica semanal.
Los políticos utilizan todas esas bondades para explayarse con sus diferentes y variadas exégesis –populistas casi todas- recordándonos que vivimos en un lugar privilegiado. Es verdad. Sin embargo existe otra realidad de la que rehusarán hablar o hablaran poco.
Se olvidarán del caos urbanístico, del “ladrillazo”, y echaran mano del socorrido “progreso” para justificar algunas acciones, porque el fin justifica los medios y eso es algo que se aprende sin necesidad de leer “El príncipe”.
Los sanluqueños seguirán teniendo una playa con gravísimas deficiencias, principalmente higiénicas y no necesariamente en periodo estival. El comportamiento cívico de algunos sanluqueños deja mucho que desear cuando descansan sus cuerpos en las rubias arenas de nuestras playas. La limpieza de las playas no es solo un compromiso de los políticos y gestores de la ciudad..
El asfaltado de calles en algunas barriadas nos recuerda más a un tercermundista país que a la octava potencia económica del mundo.
El medio ambiente, como el propio gobierno municipal reconoce en su Agenda 21, no es lo que debería ser.
Dentro del medio ambiente el ruido es un ejercicio preferido por pocos para perjudicar a la salud de muchos.
La conducción no es temeraria como afirman algunos, más bien suicida. Entre automovilistas y motoristas, estos son los más incívicos, mientras que los primeros les van a la zaga a muy corta distancia.
Las aceras son sistemáticamente ocupadas por automóviles y cuando están libres, son pistas de pruebas de motoristas imberbes que las atraviesan para cortar camino, pasar a otra calle o simplemente porque si, para hacer el caballito, ante la atónita mirada de los sorprendidos peatones. Los ciudadanos pasean amedrentados y coaccionados por estos bárbaros del motor, que en pandillas y en fines de semana campean a sus anchas con gamberrada tras gamberrada. El motorista con casco es una “rara avis” y la incidencia de personas sin seguros es muy amplia.
La cantidad de festejos lúdicos y religiosos, casi todos celebrados con estruendo de cohetes y otras parafernalias pirotécnicas, molestan cada vez más a una población que no participa y tiene que despertarse a las cinco o seis de la mañana por la inconsciencia y falta de respeto “al otro”de los promotores de los citados eventos, que esgrimen como único argumento la tradición. Eso si, impuesta a golpes de decibelios.
Seguramente existen muchas más razones, y algunas más importantes, que aquí no se hayan mencionado, para agrandar el numero de cualidades y “gracias” de nuestra querida Sanlúcar, pero sin olvidar que la frase de los azulejos de la municipal biblioteca que acaba con:“ y de los de la playa de Sanlúcar”....... continua con : “ no menos ladrón que Caco, ni menos maleante que estudiantado paje”.
Dentro de unos días un nuevo gobierno municipal, recogerá la manija que rediseñará el futuro de esta ciudad y veremos sin son capaces de “hacer más Sanlúcar” o solo se quedan en el eufemismo de una frase creada con el único fin de recibir más votos.
Sanlúcar, sigue siendo un “rebujito” agridulce de infierno y paraíso que embota nuestros sentidos y refresca nuestra vida, calmando nuestra sed con tan antagónicas y bíblicas ubicaciones.