Haciendo pues un pequeño análisis de las definiciones a mí se me ocurre que prefiero ser (sea como entre privado o público) antes independiente que dependiente. ¿Por qué entonces se usa el término “independiente” como arma arrojadiza? ¿Qué tiene de positivo ser dependiente de otro organismo superior, ser subordinado a ese poder o de no valerse por sí mismo? Yo, por muchas vueltas que le doy, no encuentro nada negativo en ser independiente; es más, la independencia y la libertad son aspiraciones del ser humano desde la misma creación de la humanidad y van estrechísimamente de la mano. ¿Por qué entonces en este bendito pueblo se premia la dependencia mientras se intenta castigar ser independiente?
 
“Políticamente independiente e ideológicamente plural” he leído en más de una ocasión  a J. Marín a la hora de definir al Grupo CIS, y a mí no se me ocurre ninguna forma más bonita y honrada de trabajar por y para tu pueblo, comunidad autónoma o país. ¿Por qué entonces esa obsesión por parte de algunos con el término “independiente”? En muchos pueblos y ciudades (no hace falta ir muy lejos) han conseguido saltarse esa barrera y se han deshecho de  ese complejo. Ya sé que aquí vamos siempre algo más atrasados pero espero que seamos capaces de dar ese salto sin demasiada dilación en el tiempo para que la situación general no nos vuelva a coger con el pié cambiado.
 
En el otro lado de la balanza encontramos a los partidos grandes, a los nacionales, que a nivel municipal, o incluso autónomo, dependen directamente de las directrices marcadas desde arriba. Partidos secuestrados por intereses partidistas a los que les caen ciertas migajas por su labor de propaganda para el gran partido y bajo la premisa de que no exijan ni aprieten demasiado al Gobierno Autonómico o Estatal si estos son del mismo signo. La recompensa suele ser una fotito de vez en cuando con algún líder nacional y dinero a mansalva para la campaña electoral, pero en este caso nadie pregunta de dónde sale. En este caso si el dinero para esas campañas sale presuntamente de tramas como la Gürtel, Filesa, o a través de ERE irregulares a nadie parece interesarle demasiado, para eso son partidos grandes y se le permite y perdona todo; resulta mucho más importante para algunos preguntar una y otra vez de dónde sale el (escaso) dinero que esos partidos pequeños emplean en las mismas campañas.
 
En estos días hemos podido comprobar lo que esa dependencia y partidismo puede acarrear para los intereses generales de nuestro pueblo; hemos visto cómo desde Diputación se suspende el Plan Integral de Empleo en Sanlúcar, cuando en otros municipios limítrofes se mantienen. Esos municipios tienen casualmente alcaldes del PP. ¿Es ese el trabajo que está realizando desde Diputación el Sr. Marmolejo? Vengarse de esta forma de su propio pueblo por no haberlo votado para alcalde me parece lamentable, y si solo obedece a intereses partidistas me lo parece aun más. Es lo que tiene la dependencia, si hundir a tu propio pueblo en la miseria puede traer para las próximas elecciones algún que otro voto, pues se hunde. 
 
Sin duda habrá quien opine que estos partidos independientes pierden parte de su independencia al formar en coalición un Gobierno Municipal con uno de estos partidos grandes, y puede que hasta tengan parte de razón, pero no se me ocurre otra idea de poder llevar a cabo parte de su programa electoral. Por otro lado la mejor forma de mejorar y cambiar las cosas es precisamente estando presentes en los órganos de decisión, por lo que me resulta casi imprescindible esa labor desde el propio Ayuntamiento.
 
Y por si quedaba alguna duda: sí, estoy deseando que se acabe de una vez por todas con esa tiranía que supone el bipartidismo, que se deje de hacer la vista gorda ante tantas y tantas tropelías cometidas en contra de nuestro pueblo con el único afán de favorecer los intereses del partido a nivel nacional. Y sí, estoy deseando asimismo que podamos ver alguna vez un Gobierno Municipal formado en su mayoría por miembros de partidos locales que trabajen sin ataduras, sin estar hipotecados, libres de otro organismo superior y que puedan realizar esta labor con sentido común y anteponiendo sobre todo el bienestar y la prosperidad de Sanlúcar de Barrameda. En definitiva, que se puedan hacer las cosas con libertad, con independencia.