"Es difícil encontrar un nivel más bajo dentro del colectivo de los políticos, en cuanto a cultura, sinceridad, capacidad de trabajo, humildad e ideología."
Hilario Hernández.- Próximas las festividades los partidos políticos celebraran en pocos días sus cierres anuales con una copa de vino, autocomplacencias, loas, alabanzas, y perspectivas positivas, según los afiliados más subjetivos, pero principalmente un enaltecimiento del mandamás de turno, para que no se olvide de ellos, a fuerza de ver la realidad, solo por la rendija que deja su propia incapacidad. Todos tendrán un saldo positivo de sus actuaciones y todos querrán demostrar, a los que no necesitan convencer, de que el futuro es halagüeño, cual carta a los reyes magos.
Es difícil encontrar un nivel más bajo dentro del colectivo de los políticos, en cuanto a cultura, sinceridad, capacidad de trabajo, humildad e ideología. Disponer de alguna o varias de estas virtudes para un ciudadano, es cuando poco, ir lastrado, y en clara desventaja, con los que tienen los defectos contrarios, si trata de dedicarse a la política.
En este campo, solo triunfan, los que dicen que si a todo, los que tienen unos estómagos a prueba de ruedas de molinos, los que son capaces de hundir al de al lado, o subir de categoría al que le ayudan en sus fechorías. Y en esto, me asustan muchísimo, los que “por el partido”, son capaces de excusar sus movimientos. Estos al final reúnen una cuota de poder, en algunos casos, muy peligrosa, para la propia subsistencia de la política “ad hoc”.
Es difícilmente comprensible, que existan personas, que llevan prácticamente, dentro de la política, en sus diferentes facetas, desde el comienzo de la democracia, sin prácticamente haber sido elegido en unas elecciones. Todo lo han logrado, desde dentro del partido, en las camarillas en las que se reparten lo material y lo divino, con un hoy por ti y mañana por mí. Todo por el partido, pero sin el partido.
Moralmente es difícil admitirlo; no cabe en personas que vivieron la falta de libertad con el franquismo, la transición democrática, en un contexto de respeto mutuo. Las batallitas del abuelo, no son más que el reflejo de lo que fueron las cosas y ya no lo son. De acabar con tu hermano, por un plato de lentejas, solo por la progenitura. El sabor de la solidaridad, los olores de la limpieza de conciencia.
Después me traerán unas babuchas o una corbata imposible, pero a los magos le pido encarecidamente, que no se elijan políticos solo por ser joven o solo por tener experiencia, o por ser hombre o mujer, o por ser primo de alguien, o por deber un favor; que se haga por necesidad de que alguien pueda contar batallitas dentro de 50 años, y que no tenga que decir lo mismo que este ciudadano, ahora.
Buena suerte.
