Un año más los organizadores de fiestas religiosas marineras y la/s delegaciones correspondientes siguen viviendo de espaldas a la realidad de muchos ciudadanos permitiendo por acción u omisión la intromisión de los primeros en la salud de los demás con estruendosa y continuada difusión
La reiterada publicidad en los medios oficiales de Sanlúcar no so suficientes para la repetida y anual permisividad de dichas delegaciones, como la de medio ambiente, en el sometimiento de toda la población de Sanlúcar desde Bonanza en Calle San Juan, de La Calzada al Barrio Alto, del Camino de la Reyerta al Pino, a los deseos de los organizadores cofrades de exteriorizar su devoción mariana con explosiones que asustan a la población y animales en horas tan intempestivas como las ocho de la mañana en la que la mayoría de los ciudadanos duermen, denota un año más la claudicación del cumplimiento de las ordenanzas a los deseos de unos pocos..
El continuo machacar de la explosión de estos artefactos durante todo el día, incluida las cuatro de la tarde, es un mensaje inequíivoco del no aprecio, por ignorados, de unos y otros a la mayoría de la población, principalmente de aquella que no comulga con la la parafernalia callejera y exhibicionista de veneradas imágenes sacadas de sus templos .
Se equivoca el equipo de gobierno de Irene García permitiendo estos vándalicos anacronismo acústicos que nada tienen que ver con la libertad religiosa y si contra el derecho de los ciudadanos a descansar y no estar en vigilia permanente durante dos días porque unos pocos así lo decidan .
La marca Sanlúcar no solo está conformada con una imagen idílica de nuestras playas en el mes de agosto recorrida por puras sangre, que también, ni siquiera con un mercado de abastos muy visitado por foráneos, calles limpias, señalizaciones peatonales, plazas hoteleras suficientes, congresos, eventos musicales, culturales, etc que bien harían en proliferar más en La Calzada. Ni siquiera el binomio langostino- manzanilla son suficientes para sacarla del letargo socio laboral que arrastra de tiempos inmemoriales por muchos que sean los innegables y denodados esfuerzos de algunos delegados para promocionar nuestra ciudad.
El turismo, tal como lo presentan hoy las administraciones públicas sanluqueñas, está agotado desde hace mucho y apostar por una ciudad tranquila, silenciosa, apacible y amable es una tarea en la que todos tenemos que colaborar y aportar lo mejor de nosotros mismos y desde luego, ciertas instituciones al igual que muchos particulares no contribuyen en absoluto a que esto sea así, ni pueden estar enfermizamente afirmando ad eternum que son el motor económico de la ciudad en determinadas fechas.Tienen su parte alícuota pero nada más.
El control decibélico ejercido y controlado en la Feria debe de extenderse a lo largo del año en otros eventos, como es así, con el cierre programado de lugares de ocio por ejemplo.
¿Cómo es posible la exigencia de ordenanzas municipales para comerciantes y particulares, ignorándose cuando se ejercen las libertades religiosas en una ciudad con más Vírgenes que parados? ¿Qué beneficio aporta tanto ruído a la fiesta procesional en un periodo tan prolongado como 48 horas sin contar el de otras advocaciones en barrios cercanos?
Al equipo de gobierno y su delegación de medio ambiente le pesa demasiado una “Q” de calidad en la que solo ellos creen, una depuradora que no depura o depura mal y castigada con una bandera negra por los ecologistas, una ciudad que no presenta el mejor aspecto de limpieza, salvo excepciones puntuales, pasos de peatones que no existen, calles semipeatonales como la calle Ancha donde los ciudadanos se juegan literalmente el físico con todo tipo de tráfico rodado, privilegios para invadir dichas calles cuando se quiera, carriles bicis muy discutidos, espacios públicos invadidos por comerciantes legales y manteros que imposibilitan el transito en horas punta, y desde luego más ruido del que es posible soportar durante tanto tiempo todo el año, y muy especialmente en los meses en los que más nos deberíamos de aplicar en la tarea, mostrando los gobernantes los galones que les otorgan los votos y la legalidad para perseguir a los que año tras año siguen haciendo de su capa un sayo.
La compostura, devoción y silencio que se muestra en el templo con las adoradas imágenes de María tienen que ser trasladada en la misma medida a la calle por el bien y respeto de unos y de otros.
Muchos sanluqueños tienen razones de mucho peso para pensar que son ellos los “perseguidos” no ya por la intolerancia contra ellos que aducen los que imponen sus tradiciones, sino por los que deberían defender sus derechos contra viento y marea, muy acostumbrados a sacrificar sus obligaciones a cambio de lucir sus personas en tantos desfiles procesionales en un estado aconfesional.
