Pero de todas esas posibilidades, para entrever el ajetreo de Sanlúcar hoy, tampoco podemos sumar la visita de algún prócer de la patria, como fue el caso de ayer con el Presidente Zapatero. Lo que verdaderamente ha causado toda esta marabunta, no es ni más ni menos que el comienzo del primer ciclo de nuestras afamadas y reconocidas Carreras de Caballos a orillas del Guadalquivir.
A las siete de la tarde comenzó la primera carrera de la 162ª edición de Las Carreras de Caballos de Sanlúcar, aquí, en el incomparable marco de las playas sanluqueñas a orillas de nuestro amado Guadalquivir. El día estuvo acompañado de una tenue bruma marina, y un ligero fresquito de poniente, hacía relativamente agradable esta tarde de Agosto.
Los miles de sanluqueños y foráneos que abarrotaron nuestras playas, se deleitaron con este magnífico espectáculo ecuestre y la felicidad de los más pequeños, siendo testigo del evento el mismo Guadalquivir y su inseparable coto de Doñana.
La playa adornada de surtidas y coloreadas sombrillas, donde se resguardaban del sol las familias, era un hervidero, acentuado si cabe con la presencia de las ya famosas “taquillas de apuestas” formadas principalmente por cajas más o menos adornadas y rotuladas para el momento que eran regentadas por la menuda y feliz chiquillería.
La arena de la bajamar estaba, a todo lo largo de la playa, trazada por innumerables “líneas de metas” que cada “casita “ de apuestas pone para limitar el final de la carrera, justo enfrente del minúsculo habitáculo taquillero.
Aquí, el resultado final de la carrera es lo de menos. Cada “taquilla” dirime quien es su ganador en su “línea de meta”. Existen pues tantos resultados finales, como líneas se trazan en las arenas de la playa. Seguro que lo más importante es la felicidad de los más pequeños cuando acuden a las “taquillas” a cobrar su apuesta por el caballo ganador. El perdedor siempre tiene otra oportunidad, tantas como carreras tiene la jornada, así que la alegría va por barrios. Antes o después siempre habrá un crío feliz al ver cruzar al noble equino por la “raya” de su lugar ubicado en la playa.
Mañana será otra jornada inolvidable, sobre todo, para todos aquellos que por vez primera puedan ver el mayor espectáculo de las playas del sur, y como diría un gallego “ y ainda mais”.