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Apuntes de Historia XXXIX
 
 
 
 
 
 
 
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29 de Septiembre de 2013
Sanlúcar islámica. Apuntes (III)
Manuel Jesús Parodi Álvarez.-Hemos venido considerando en los artículos precedentes el carácter y naturaleza, la forma, que podría haber tenido el entorno urbano (por así llamarlo) de Sanlúcar en época medieval islámica. Sabemos que la población existía antes de la llegada de los poderes cristianos a estos territorios, allá por el siglo XIII, no sólo porque algunas fuentes literarias, como El Idrissi, insigne geógrafo ceutí del siglo XII, nos mencionen la existencia de un núcleo que recibe el nombre de “Las Mezquitas”, Almesquid o Massagued, en este territorio hoy sanluqueño, sino porque el propio texto de la donación del señorío a Alonso Pérez de Guzmán así lo indica.

En este texto, conservado en el Archivo Ducal de Medinasidonia y datado en 1297, la Corona de Castilla cede a Guzmán el Bueno el señorío de Sanlúcar con carácter hereditario; de este modo, el rey Fernando IV de Castilla manifiestamente señala: “…Nos Don Ferrando por la Gracia de Dios Rey de Castiella[…] a Don Alfonso Pérez de Guzmán nuestro vasallo […] dámosle Sant Lucar de Barrameda con los pobladores que hi son e serán […] con todos sus términos e pertenencias […] por juro de heredat…”, de acuerdo con la transcripción y estudio que del mismo realiza el profesor sanluqueño Manuel Romero Tallafigo (catedrático de Paleografía de la Universidad de Sevilla), que seguimos. Queda patente a partir de este histórico documento, esencial para la Historia de la localidad y su entorno, que existe un lugar que se llama Sanlúcar de Barrameda ya en el siglo XIII (sabemos que cuenta con tal nombre, “Sanlúcar”, desde, al menos, el siglo XI, pero eso es otra historia, y la contaremos más adelante) y que este lugar tiene pobladores; esto es lo que recibe Alonso Pérez de Guzmán “El Bueno”: sitio y gentes, elementos indispensables para el establecimiento y continuidad del señorío feudal (y para el control del territorio, interés último y primero de la Corona, esto es, del Estado).
 
Otro debate será el de la naturaleza de este entorno al que sólo con esfuerzo podremos quizá llamar “urbano”; no entraremos a considerar ahora de manera exhaustiva (lo dejamos para una ocasión futura) la cuestión relativa a las fuentes (islámicas y cristianas, políticas, geográficas o religiosas) y la historiografía (tradicional y reciente) existente sobre el particular; diremos tan sólo que en buena medida los estudiosos que se han aproximado a este asunto a lo largo de los siglos (como Barrantes o Guillamas) se han movido en un espacio muy reducido, por así decirlo, manteniendo fijas sus proas en los más iterados lugares comunes, unos topoi, que en buena medida hunden sus raíces precisamente en los textos (y las lagunas) de épocas precedentes.
 
Distinto, como casi siempre, será el caso de Juan Pedro Velázquez Gaztelu, verdadero “padre fundador” de los estudios históricos en (y sobre) Sanlúcar, de quien hace años tuvimos oportunidad de escribir (preparamos su reseña para la Revista del Verano de Sanlúcar, a mediados de los noventa del pasado siglo, así como para la revista de estudios clásicos de la Universidad de Sevilla, Habis) y a quien pudimos acercarnos de la mano de quien lo ha estudiado con mayor profundidad, el profesor sanluqueño Manuel Romero Tallafigo, catedrático de la Hispalense e Insignia de Oro de la Ciudad de Sanlúcar.
 
Velázquez Gaztelu hace una descripción de la traza y trama de la cerca de muralla guzmana, esto es, de la ampliación de la cerca precedente que realizan los Guzmán una vez asentados en el señorío de la ciudad, y recoge asimismo (en los momentos iniciales del volumen II de su Historia Antigua y Moderna de Sanlúcar de Barrameda, obra en 5 tomos reeditada por la Asociación Sanluqueña de Encuentros con la Historia y el Arte, ASEHA, reedición dirigida por el citado profesor Romero Tallafigo) unos interesantísimos apuntes sobre la traza de la cerca de la Sanlúcar Islámica, en el corazón del Barrio Alto, un espacio amurallado al que la tradición ha dado en llamar “Castillo de las Siete Torres”, denominación y espacio bajo los que pueden subyacer la cerca -o cercas- de la población islámica, el “hisn” o espacio amurallado de la población, siendo su información de extraordinario valor a la hora de intentar plantear hipótesis de trabajo tendentes a la restitución de este período histórico, tan envuelto aún en las sombras y brumas de la falta de información y la escasa investigación.
 
Aneja al hisn por la parte de la barranca habría de estar la cerca de muro que podría haber contenido al ribat (rábida o morabito) que puede encontrarse en el seno del Palacio Ducal de Medinasidonia, como ya señalase la XXI duquesa, Luisa Isabel Álvarez de Toledo (quizá la primera en abordar con perspectiva histórica este asunto) y como se indica asimismo en la web de la Fundación Casa de Medina Sidonia.
Nos reconocemos deudores asimismo de las interesantísimas indicaciones que nos hacen sobre estos particulares la historiadora y presidenta de la Fundación Casa de Medina Sidonia, Lilianne Dahlmann, o el profesor Juan Abellán, catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Cádiz, y coincidimos con la hipótesis de trabajo que nuestro colega historiador y convecino José María Hermoso Rivero ha publicado recientemente en su blog “Historia de Sanlúcar Contemporánea” (http://sanlucarcontemporanea.blogspot.com.es/).
 
Por lo demás, entendemos que el hisn y el ribat islámicos anteriores a la presencia cristiana no han desaparecido del todo sin dejar trazas en el caserío del Barrio Alto sanluqueño. Hoy, como hace mil años, el viejo núcleo de población cerrado con su cerca, el hisn (o recinto amurallado), con su mezquita en el interior, podrían continuar viviendo, bajo un nuevo aspecto, con una nueva identidad, habiéndose transformado los lazos de relación entre el edificio religioso (la mezquita) y el conjunto del hisn en que se insertaba, así como entre el propio hisn y el ribat anejo, que se habrían transformado para continuar con su vivir histórico en época cristiana. Ambos núcleos (hisn y ribat), existentes “en paralelo”, se habrían visto sometidos a las lógicas transformaciones (en su estética, en sus formas…) impuestas por el paso de los siglos.
 
 Al hablar de ribat (rábida), hemos de considerar lo que nos señala el DRAE:Del árabe hispano ‘rābiṭa’, y éste del árabe clásico ‘ribāṭ’, lugar de estación de musulmanes dedicados a la piedad y la guerra santa; 1.f. En Marruecos, convento, ermita;2.f. Fortaleza militar y religiosa musulmana edificada en la frontera con los reinos cristianos”; se trata, pues, de un espacio de recogimiento religioso que alberga a una comunidad de creyentes entre cuyas obligaciones está la de defender a la comunidad de los fieles, y, eventualmente, al territorio o al núcleo poblacional donde se insertaba; estos centros religiosos y defensivos habrían contribuido a conformar una red de defensas y de control territorial del emirato Omeya a partir del siglo IX, sirviendo frente a las tendencias centrífugas de determinados territorios del emirato, de una parte, y frente a las agresiones externas que Al Andalus hubiera de sufrir, caso de los ataques vikingos que asolaron el curso bajo del Guadalquivir en la segunda mitad del siglo IX, como hemos tenido ocasión de abordar en textos precedentes.
 
Son pocos los posibles vestigios supervivientes de este conjunto de ribat y hisn; las entrañas del Palacio Ducal de Medina Sidonia, el muro de la calle Escuelas que contemplábamos en anteriores artículos (un resto de muro en el que destacan los vestigios de una torre, la del antiguo y primer Cabildillo), quizá las entretelas de la torre de la iglesia de La O (de seguir a la tradición), o los espacios de la Plaza de los Condes de Niebla, de la Plaza de La Paz y, quizá de la Plaza de Manuel Romero Pazos …, a falta de estudios arqueológicos (entre los que se cuentan los de arqueología paramental) que nos permitan profundizar en este momento de nuestro pasado (y sin entrar en el poblamiento rural), el medio milenio comprendido entre los siglos VIII y XIII (que no es precisamente poco), que viera desarrollarse el poblamiento medieval islámico en nuestro solar.

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