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Ni beatificados, ni reconocidos…
 
 
 
 
 
 
 
Ni beatificados, ni reconocidos… PDF Imprimir E-mail
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14 de Octubre de 2013
Parece ser que la memoria histórica de los religiosos vuelve a ser un poco corta o al menos sesgada ya que no ven o no quieren ver el “calvario” al que esta sociedad ha sido sometido por la Iglesia desde que un tal Pedro se proclamara primer líder espiritual del cristianismo
 J.M.V.M replica a Fray José de Sanlúcar.-Me gustaría escribir este artículo al hilo del que se ha publicado por Fray José de Sanlúcar en este medio digital el que se ensalza el martirio y sacrificio de ciertos franciscanos, capuchinos y demás beatificaciones acontecidas este pasado 13 de octubre en Tarragona. 
Ante todo quiero reivindicar el respeto con el que escribo estas líneas para que mis palabras no sean leídas de manera malintencionada. 
Me parece muy bien que un compañero religioso ensalce la labor de otros compañeros de profesión como cualquier persona pudiera hacerlo sobre sus propios compañeros. En lo que estoy totalmente en desacuerdo es en las formas. Si dichos religiosos fueron unas excelentes personas no lo voy a poner en tela de juicio porque no poseo suficiente información sobre ellos ni sobre la labor que realizaron para ser catalogados como tales.

Lo que no parece de justicia es que siempre se aluda a lo mismo, el martirio y sacrificio de unos y la barbarie de otros. Estoy un poco cansado de que siempre se vuelva a la misma historia, los malos los rojos, los buenos los azules (por llamarlos de alguna manera).
 
Parece ser que la memoria histórica de los religiosos vuelve a ser un poco corta o al menos sesgada ya que no ven o no quieren ver el “calvario” al que esta sociedad ha sido sometido por la Iglesia desde que un tal Pedro se proclamara primer líder espiritual del cristianismo. Sin irnos tan atrás en el tiempo, centrémonos desde que la maldita guerra civil terminó con la victoria de los sublevados consecuente usurpación de los poderes públicos de un modo, digamos sutilmente, no emanó de la legalidad ni del sufragio universal del pueblo. No critico a los cristianos sino a la institución que el autor del artículo y esos quinientos veinte clérigos beatificados representan.
 
Las atrocidades a las que fueron sometidos  durante la guerra civil todos aquellos que no pensaban ni se postulaban de acuerdo a la opinión de los sublevados amparados por el beneplácito de la Iglesia,  son las atrocidades que parece se quieren seguir olvidando por parte de esta sociedad.
 
Mientras a estos clérigos se les ensalza, se las cataloga de mártires y héroes con rangos de beatos, plazas, monumentos, altares y demás honores póstumos en los mejores lugares de cementerios e iglesias; a otros aún se les sigue buscando en cunetas de carreteras, veredas y caminos perdidos de la mano de su dios sin poder descansar con sus huesos en paz porque líderes de su Iglesia en alianza con los sublevados de aquel tiempo y sus herederos de ahora, también hicieron listas con nombres y apellidos, encarcelaron, torturaron y asesinaron a seres humanos que aunque su religión los excomulgara o los nombrara ovejas descarriadas del rebaño divino no dejaban de ser seres humanos como lo eran los religiosos que usted ensalza, seres de carne y hueso con sus virtudes y defectos. Como de nuevo repito, los 520 religiosos que usted ensalza.
 
Así que le ruego (aunque no soy mucho de rogar) que escriba también unas palabras reconociendo los “errores” o “pecados” como los llaman ustedes,  (por no decir barbaries como los llamo yo) de la institución a la que pertenece. Precisamente en los años anteriores, durante y posteriores al conflicto.
 
Porque este que escribe asume, entiende y no comparte las atrocidades que se pudieron cometer contra la institución a la que usted pertenece y los integrantes de la misma aunque tenga mis razones para pensar que quienes a hierro matan, a hierro deben morir.
 
Sin embargo,  yo lo reconozco y lo escribo públicamente. Y he de decir que pocos, muy pocos religiosos he visto, oído o leído que condenen esos hechos como los condeno yo ahora mismo.
 
Simplemente se escudan en que los pecados sólo los perdona su dios y que es mejor pasar página y olvidar. Cuando se asuman las culpas, los errores, las atrocidades y se condenen y reconozcan los hechos por ambas partes; entonces y sólo entonces podremos cerrar el capítulo más negro y triste de nuestra reciente Historia.
 
 
 
 
 

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