“Unos critican y recortan, otros trabajan…”

Autora: Elena Sumariva (Concejala y miembro del Comité Ejecutivo de Ciudadanos Independientes de Sanlúcar) 

¿Recuerdan ustedes los recortables?. Aquel juego de niños que consistía en recortar plantillas con figuras de personas y ropita con pequeñas pestañitas que con posterioridad ceñíamos a cada personaje haciéndole un traje a medida según lo que quisiéramos. 

España se ha convertido en un gran recortable.Todas las mañanas me echo a temblar ante la gran inseguridad ciudadana que me provoca no saber si el gobierno del PP ha ideado otra de sus geniales ideas de “reforma” (nunca se ha usado tanto de forma más eufemística la palabra reforma para enmascarar recorte).

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Ministros van haciendo recortables de los presupuestos, a la medida de los patrones que vienen impuestos desde Europa o desde la cúpula del Partido Popular que ha incumplido todas y cada una de sus promesas electorales. “Nunca subiremos los impuestos, no tocaremos la sanidad y la educación, por supuesto los más necesitados no serán perjudicados, no se tocarán las pensiones ni a los dependientes”.

 

Nunca he leído más despropósitos juntos de un Partido Popular que ya ha hecho estragos de España, confeccionando un traje a medida de sus intereses sin querer tocar pensiones de senadores, diputaciones y administraciones duplicadas pero sin que les haya temblado el pulso a la hora de vender nuestra educación pública al mejor postor.

 

Gamonal es solo un ejemplo de la crispación ciudadana ante decisiones políticas poco o nada consensuadas. Y los ciudadanos nos hacemos hoy una pregunta ¿realmente están esperando que los ciudadanos tomen la calle? no ya de manera pacífica y silenciosa, declarando democráticamente nuestros derechos, sino con el nivel de crispación y tensión de Gamonal, cuyas imágenes han hecho que se me pusieran los vellos de punta al recordar tiempos pasados de lucha patria.

 

Yo hoy como ciudadana activa en la política exijo que se trabaje, no en atención a los intereses partidistas sino por el bien común. Una frase nada utópica que llevamos a gala y hacemos realidad todos los días los ciudadanos que nos dedicamos a la política y que ostentamos cargos públicos.