“Un país desgastado”

Observando unas imágenes de un libro de fotografías de Martín Chambi de principios del siglo pasado, instantáneas tomadas en Perú de belleza, contenido y mensajes propias de un genio de este arte que tanto ha significado para el conjunto de la historia de la humanidad, he comprendido aún más el significado del verbo desgastar.

Lo que en principio puede definirse como una acción provocada por el roce o el uso continuo, también se  entiende como símbolo de debilidad o de pérdida de fuerza y aplicable a cualquier situación o momento de nuestras vidas.

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Busco un antónimo que me produzca ilusión y confianza en el futuro ante una sociedad que a mi juicio está excesivamente debilitada por el azote diario de una clase política  y un poder económico que casi nos obliga a calzar las viejas y prácticamente inexistentes sandalias del Gigante de Paruro, un hombre de 2´10 de altura y 131 kilos de peso que Chambi recoge en una imagen de 1930 en su visita a Chumbivilcas.

Pero mi sorpresa está en las siguientes páginas de este documento gráfico, cuando a pesar de la pobreza, la escased de casi todo, lejos de encontrar una sociedad cabizbaja me encuentro familias en patios, en la calle o en medio del campo, viviendo momentos de celebraciones que apenas cuentan entre las recetas de su catering con una botella de licor y unas cuantas papas cocidas de la recolección del día.

Y algo más, algunos hombres y mujeres de estreno. Sí, con un sombrero nuevo, prenda muy habitual de la época y que aún hoy la tradición perdura entre los habitantes de este país hermano. Descalzos, harapientos en muchos casos, pero con sombrero.

Y nosotros aquí, ahora, en la España del año 2014, muchos aún preguntándonos qué podemos hacer. Pues ponernos el sombrero, estrenar una nueva España, la de los ciudadanos que conservan valores como la dignidad de un pueblo que siempre tiene en su mirada un haz de generosidad pese a su situación de pobreza.

Hoy más que nunca necesitamos personas como Juan de la Cruz Shiuana, el Gigante de Paruro que pese a todo, echa su enorme brazo por el hombro de la persona que le acompaña en la fotografía, un señor muy bien vestido que seguramente no llega a entender el grado de humildad y sencillez de un pueblo que cada día buscaba una razón y una formula para salir adelante.

Pues echemos todos una mano al hombro de cada ciudadano y ciudadana y hagámoslo desde el convencimiento que es lo que debemos hacer y no como un acto de vanidad. Actuemos como pensamos y este país desgastado por la incompetencia y la avaricia volverá a estrenar ilusión y optimismo.

Autor: Juan Marin Lozano (presidente de Ciudadanos de Cádiz)