“No hay nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo”, decía Víctor Hugo, y a veces, más de cuatro veces, las cosas suelen ser lo que realmente parecen

Casi siete años ha perseguido una mujer con la que he tenido la suerte de compartir trabajo y proyectos, una idea y una ilusión, crear un espacio donde los jóvenes puedan compartir  argumentos y conversación.

Lo he vivido día a día, incluso podría decir que formo parte de él, pero sin duda la constancia y el esfuerzo por lograrlo le corresponden sólo a ella.

Muchas han sido las dificultades y una a una las soluciones hasta lograr resolver asuntos administrativos, trámites y más trámites, discusiones, reuniones, y todo eso que supone llevar a cabo un proyecto cuando la clase política está en medio.

Recuerdo que fue en junio de 2007, siendo éste que suscribe responsable de Juventud en nuestra querida ciudad de la Manzanilla, cuando descubrí un documento al que no podía dar crédito. Mi antecesora en el cargo, de los azules, despreciaba la oportunidad de crear un hogar para los jóvenes de mi ciudad.

---

El documento fechado en abril de 2003 tiraba por tierra nuestro proyecto de construir una Casa de la Juventud. Fue entonces cuando la persona de la que les hablo me animó a buscar otra ruta y haciendo honor a la historia de nuestra ciudad, comenzamos una nueva travesía.

 

Nos embarcamos en nuestra “Nao Constancia” y levamos ancla rumbo a una marabunta de papeles y más papeles que nos hacían temer lo peor. Al igual que Magallanes y Elcano, mi mando al frente de la expedición acabó cuando atravesamos el estrecho de las municipales de 2011 y mi segunda, hoy primera y capitana de la embarcación se encomendó la misión de llevar a puerto a nuestra tripulación.

 

Comenzó a recibir el cariño y el aliento de muchos marineros y marineras que compartían nuestro mismo sueño, y así esta aventura en tiempos de crisis, sin un céntimo y cargados de ilusión y ganas de trabajar, culminó felizmente.

 

La capitana nunca se rindió, luchó contra las tempestades, las epidemias burocráticas y como sólo una persona que ama su trabajo y cree profundamente en lo que hace puede y sabe hacer. Logró dar forma y sentido a años de esfuerzo y de entrega y por ello, merece el respeto y el reconocimiento a su sabiduría.

 

Dentro de unos años, porque el tiempo pasa muy deprisa, puede que la historia de esta travesía quede en el olvido, pero hoy, de parte de todos y todas los que hemos servido bajo su mandato en esta tripulación, gracias.

 

A mi compañera, amiga y persona comprometida con los jóvenes de mi ciudad, Elena Sumariva.

 

Juan Marín Lozano (secretario general de CIS)