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La bestia
 
 
 
 
 
 
 
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04 de Septiembre de 2014
La bestia y el sueño americano
Rafael Romero.-El  pueblo se va quedando vacio, solo quedan niños, abuelos y alguna que otra mujer cuidando de ellos. Todos los demás decidieron marcharse, según ellos a un mundo mejor, al sueño Americano.
No cambiaba mucho las promesas de los que se iban, -- os iré mandando dinero y cuando me establezca, regresare por ustedes. Pronto estaremos juntos con una mejor vida --.  Los llantos de los que se quedaban, no hacían flaquear los pasos del que se alejaba, que sin mirar atrás, demostraba una fortaleza inquebrantable… (lloraba sin consuelo).
Se aferraba a  la mochila cargada con algo de comida, algo de abrigo y muchos sueños…., cuando “LA BESTIA” rugió tras él, su corazón se aceleraba, sus músculos se tensaron y comenzó la carrera.
Eran muchos los que intentaban el asalto, a unos metros, un muchacho perdía el equilibrio cayendo  bajo el frio acero de sus garras,  sesgando su vida. Otros no alcanzaban su objetivo,  ganándoles el cansancio; sin embargo,  muchos,  lograban  treparse al objetivo. La Bestia, que los llevaría hasta la frontera de los Estados Unidos de América, estaba realizando su macabra criba.
Allá arriba, en el interminable lomo del despiadado animal, se encontraban hacinados cientos de hombres y mujeres escapando de su inhumana realidad.  Como animales se miraban  unos a otros, asustados, a la defensiva de lo que pudiera ocurrir.

Llevaban varias horas encima de aquel tren, el cansancio y el hambre ya estaba haciendo mella. Sacó de la mochila una quesadilla que había preparado la mujer entre lágrimas y sollozos, los demás le miraban sin mediar palabra. Empezaba a oscurecer y el tren disminuyo su velocidad, unos pocos muchachos querían treparse al tren al igual que los demás habían hecho anteriormente, no tardaron  mucho tiempo en enterarse de que eran los “Maras”, estos habían extendidos sus tentáculos por México, extorsionando y matando a todo el que se le ponía en su camino.
 
Al final del vagón, se había subido uno, con el rostro desencajado comenzó a gritar furiosamente, ¡DAME EL DINERO PENDEJO!,  -decía apresuradamente- , el miedo inundo cada partícula de aire. Con una pistola en una mano apuntaba a los que tenía delante, con la otra cogía el poco dinero del que disponía cada quien, caminando entre el tumulto de gente tropezó y casi cae del vagón, se levanto aun mas furioso y clavando los ojos en un chico, un disparo, sangre, gritos, más miedo, silencio. El tipo seguía apresurado cogiendo el dinero de los demás, hasta detenerse junto a una chica, se agacho y con la pistola le acariciaba la cara. La chica lloraba desconsoladamente suplicando que no le hiciera nada. El muchacho yendo hacia una esquina del vagón se aparto sin dejar de observar a todos, esperando y sabiendo que el tren volvería  a ralentizar su velocidad, cuando esto sucedió, apunto con su arma la cabeza de la chica, e hizo que ésta saltara del tren en marcha, seguidamente él también lo hizo.
 
La oscuridad y sobre todo el frio, obligaba a encogerse, para mantener el calor y el valor de seguir adelante. El sueño hacia acto de presencia, Morfeo buscaba su víctima y como buen cazador al más débil. Era muy peligroso quedarse dormido podías caer del vagón en cualquier instante, así que entre unos y otros se iban despertando, uno, no tuvo esa suerte, no hubo nadie que lo avisara. Morfeo se reía, se lo llevo para después… matarlo.
 
Al alba llegaron a la frontera y empezó la búsqueda de los “coyotes” aquellos que a los cuales se les paga para que los cruce ilegalmente  por peligrosos caminos lejos de los agentes de inmigración.
Estos coyotes que conocen a la perfección su arma preferida, la extorsión, la emplea cruelmente, amputando dedos para luego mandárselos a  sus familias, pidiéndoles cada vez más dinero.
 
Algunos llaman a casa para que les mande un poco mas de dinero, otros sin embargo, se quedan en la ciudad fronteriza para poder intentarlo individualmente. Con muy poca probabilidad de conseguirlo.El “sueño americano"
 
 
 
 
 
 

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