".... capillitas, los más peligrosos...." 

Recién terminada la procesión de este año de la Virgen de la Caridad, y desde tiempo ancestral, al menos en mi vida, me reencuentro con mi amigo Daniel en el Pradillo, viéndolo venir de lejos, con un cirio en la mano, con una cara desencajada y balbuceando demonios, dentro de su traje y corbata, que solo utiliza para este evento. Mi amigo Daniel, es creyente, no como yo, pero terriblemente respetuoso con otras confesiones y los no creyentes. Después de preguntarme por la familia, me suelta de sopetón "estos pingüinos han acabado con la fauna autóctona" mirando al cirio y conteniéndose en "revolearlo". Además su verborrea no se detiene y continua: se han colado en nuestras iglesias, han cubierto los muros de pseudoazulejos, mamarrachos dibujados por ordenador, nos ocupan las calles aprovechando el respeto, que ellos no tienen, del resto de los sanluqueños, sacando cualquier artilugio que se encuentren en las sacristías en andas, con la aprobación de los "curas" que confunden el pastoreo con el apostolado, y por las migajas que caen. Me mira a los ojos y asiente, hay creyentes, no creyentes y estos, los denominados "capillitas", los más peligrosos, porque han llevado nuestra fé y nuestro patrimonio a la denominación de "hobby" u ocio para llenar sus horas muertas, y muchos de ellos funcionarios, que les sobra tiempo suyo y de sus familias. 

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Ni decir que en ese momento difícilmente podía imaginarme, cual había sido el detonante de este proceder casi iracundo. Pero el tiempo y la tv pública municipal (esto es un decir) me llevarían a comprender, si esto es comprensible el motivo. 

 

Una de las innumerables repeticiones de la emisión de la procesión de la patrona, la seguí casi al completo, y poco necesité pensar, recordando mis años de asistencia a dicha costumbre familiar (si, yo, no creyente). Junto al paso, algunos metros por delante, aparecían unos 15 o veinte personas con vara y vestidos de levita o frac (perdonen mi ignorancia en temas de vestimentas), los denominados "pingüinos" por mi amigo. Por delante a un lado y a otro, los hermanos (creo que se dice así), portando unos cirios blancos enormes y a los que no encuentro ningún significado. Una escenografía propia de todo menos de una salida procesional, de la patrona de Sanlúcar (a decir de mucha gente) a las que, ya antaño, se "iba" como se podía, siendo popular, participativa, voluntaria y por la razón que cada uno pudiese tener. 

 

Días después, llamo a mi amigo Daniel, y le digo, entre otras cosas, que ya entiendo su cabreo, pero que lo olvide. Volví a encender su ira y termino haciéndome otra confesión: nadie que no fuese hermano (los ciriantes), podía ir en la procesión. Cuando terminaba las representaciones de cofradías, sin hueco alguno, empezaban los cirios; no se permitían espontáneos. 

 

La verdad es que molestaba, y empezaba a preocuparme esta usurpación de los "pingüinos" por algo que es patrimonio de todos los sanluqueños, y ahí empieza la "razón" de este escrito y que se continua con la comprobación el viernes pasado de que todavía en SEPTIEMBRE, en esta tv de vergüenza, compruebo que se están emitiendo procesiones de semana santa, y asuntos colindantes, que según los vecinos de mi bloque, están todo el año, y que en esta tv titiritera, dos presentadores( impresentables por cierto), pertenecen a cofradías o su entorno, y que viven de eso y del PP. 

 

Pero ya mi vergüenza como sanluqueño se dispara, cuando cayendo en mis manos un ejemplar de ese periódico que Ud. se imagina, ejemplar gratuito de un bar, me entero que el día de San Lucas (dicen el patrono de esta villa), se entregará la medalla de la ciudad (mejor pueblo), a una asociación que reúne a todas las cofradías de Sanlúcar. 

 

Creía que con la concesión por parte de los derechistas, de esa medalla, a esa empresa que dejaba "helados" a sus trabajadores, el nivel de incongruencias municipales era ya inalcanzable. 

 

Pero no, aprovechando el respeto de creyentes y no creyentes para con los demás habitantes de este pueblo, la pseudoizquierda rociera, cofradiera, monaguillesca y de sacristía, entrega, lo que en teoría es un reconocimiento del pueblo soberano, a unos "pingüinos" con cirios, por la gracia de la garciita, los moraos, y la troupe de muñecos de salpicaderos que constantemente mueven la cabeza, sin siquiera preguntarles, con el solo traqueteo de los baches de las calles. 

 

Por cierto, se me ha venido a la mente una escena de una película" Los 10 mandamientos" cuando Charlton Heston ( Moisés) baja del monte con las tablas, y las rompe al ver a los judíos errantes adorar a un becerro de metal. Cualquier parecido con la realidad, debe de ser cosa de las películas. 

 

Maestro Liendres