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“Esa fue mi señorita”
 
 
 
 
 
 
 
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04 de Febrero de 2015
¡Que seas muy feliz en esta nueva etapa de tu  vida que inicias, maestra, compañera y esposa!
José Luis Glez García.-En el camino de la vida, hay un lugar y un tiempo para cada cosa, y por el propio desarrollo de la misma, hay ciclos que se cierran, caminos que concluyen y otros que se inician.
Decía Saint Exupéry :“sólo lo bueno que hayas hecho permanece”. Y tú, esposa, maestra  y compañera, no  lo olvides, que tu huella permanecerá indeleble en lo más profundo del  corazón de cientos de alumnos que en casi cuarenta años pasaron por tu vida y tú por la de ellos.
Esa impronta innata en tu persona  sin duda estará  reflejada y será camino y guía para esos pequeños infantes que con poco más de seis años llegaban al “colegio de los mayores”. Al principio asustados y expectantes ante lo desconocido. Luego contentos y felices con su “seño”. En todo momento  amparados y cobijados por tu cariño.
 Has sido muy meticulosa en tu trabajo y por qué no decirlo, exigente  en tu labor cotidiana. Pero a la vez dulce y cariñosa. Nunca han faltado los caramelos de tu cajón y eso bien lo sabían tus alumnos a la hora de pedir una pequeña recompensa por el trabajo bien realizado.

Y ahora, que tienes  como alumnos a hijos de aquellos que en su día educaste. Comentan con orgullo a sus hijos: “Esa fue mi señorita”. Esas cuatro palabras deben significar, ahora en tu despedida, una gran satisfacción por tu labor cotidiana. Un claro y maravilloso reconocimiento a tu trabajo y profesionalidad.

Esta frase cariñosa  la he escuchado personalmente, de gente humilde, sencilla y trabajadora. Orgullosa y a la vez agradecida  en cuerpo y alma  a la maestra que dio a  ellos y a sus hijos lo mejor que podía darles: Trabajo, educación, cariño y dedicación.
 En tu tarea diaria no sólo enseñaste a leer y escribir. ´Mirastes al más allá. Les proporcionaste algo muy importante: Una educación en  valores .Conseguistes que tus alumnos fueran el día de mañana hombres y mujeres de bien. Solidarios y respetuosos con los demás, como diría alguien: “buena gente”.
 
 Decía mí admirado amigo y compañero Fray José de Sanlúcar que “hay que sembrar para luego recoger”.No lo dudes. En los  treinta y tantos años de docencia  en el Colegio del Palmar. La cosecha de tu esfuerzo y buen hacer, está y estará presente, día tras día reflejada en todos y en cada uno de tus alumnos. Ellos tienen y tendrán algo de ti y tú tendrás para siempre un pedacito de ellos.
 
Te vas, pero  te quedas. Tu huella permanecerá indeleble en el colegio, en  sus patios, en sus aulas, en sus pasillos… y sobre todo y eso es lo más importante, en lo más profundo del corazón de todos los alumnos y alumnas que pasaron por ti.
 
Pero no te olvides, los maestros no nos jubilamos. Somos y seremos MAESTROS hasta el final de nuestros días. Nuestra vocación así lo atestigua y pone en valor.
¡Que seas muy feliz en esta nueva etapa de tu  vida que inicias, maestra, compañera y esposa!
 
 
 
 

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