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Golpe de estado
 
 
 
 
 
 
 
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17 de Junio de 2015
Limpio golpe de estado en España
Daniel Lebrato.-Ayer salí de la siesta con una pesadilla. Por la tarde, fuera de horas de oficina, jamás abro el ordenador y ayer lo abrí y me puse en plan alcalde de Móstoles a hacer una llamamiento a los demócratas (yo, que no soy demócrata) y a salir en defensa de la democracia que tenemos, que, al menos, ha permitido limpiar algo el mapa de España. La pesadilla fue esta:1º) La derecha económica ve que el PP se desmorona y necesita un partido de recambio.2º) El partido de recambio es Ciudadanos, más modernito y sin manchas de corrupción.3º) Antes de irse, el PP debe dejar un plan viable de sucesión que afiance el bipartidismo, lo que se traduce en que, aprovechando su mayoría, el PP tiene que (1º) establecer por ley que mande la lista mayoritaria, (2º) imponer una segunda vuelta entre las dos listas más votadas y (3º) anticipar las elecciones generales (así dejan a Cataluña sin su jugada independentista).

El mapa político de España se reduciría a dos partidos que no van a ser nunca los dos de izquierda ni los dos de derecha, con lo que el bipartidismo está garantizado. Es un limpio golpe de Estado o golpe de Estado técnico, que borra a las minorías. El golpe se da pacíficamente y dentro de un marco constitucional que lo disfraza. Se vio en Italia, cuando la reforma de Matteo Renzi. El principal punto fue el cambio de tratamiento a la fuerza política más votada, que hasta entonces se podía conceder a una coalición electoral y, a partir de la reforma, a una sola formación política. Y si hasta la reforma no había un mínimo de votos para ser la lista más votada, se estableció un techo mínimo del 40 por cien de votos y, en caso contrario, habrá que convocar una segunda vuelta entre los dos partidos más votados. ¿Les suena? A esto, la derecha en España quiere añadirle una jugada más: listas abiertas y nominales. Con la tapadera de dar más libertad a la hora de votar, aumenta el personalismo, que es lo que persiguen: reducir las siglas a nombres propios. Sin que la población entienda ni se interese por esta compleja y aburrida maquinaria, un país pasa del sistema proporcional (el más democrático y representativo, el que más espacio da a las minorías) hasta un sistema mayoritario que en la práctica se reduce a dos: gobierno y oposición, bajo el arbitraje de la monarquía. Ya estaríamos en el Club del Biparty Internacional, con demócratas y republicanos, whigs y toris, liberales y conservadores, socialdemócratas y demócrata cristianos. Para el papel de oposición, la derecha económica cuenta con el PSOE pero, si el PSOE decae en las encuestas y en las votaciones, el PSOE se cambia por Podemos o se combina con Podemos, partido que ya renunció a ser un movimiento de masas o coalición, y que está dando pasos de indudable efecto en el electorado que pueda venirle del PSOE. Bailen las parejas que bailen (PP/PSOE, Ciudadanos/PSOE o Ciudadanos/Podemos), el baile será el mismo: del tercer partido para abajo, ningún voto cuenta, ningún partido. ¿Izquierda Unida? ¡Qué risa! Si en comunicación el medio es el mensaje, en política el poder es el mensaje. Empiezas regalándole al rey juego de tronos y acabas jugando con él. Y empiezas como Susana Díaz, pactando con Ciudadanos, y acabas bipartiendo España con Ciudadanos. What is the problem? Es patético ver al concejal Guillermo Zapata, un nombre propio, y seguramente un buen hombre, tan imprescindible de sí mismo y tan seguro de que ocupa una casilla vital para la ciudadanía, cuando hasta ayer el hombre no era nadie. Hay que caer muy bajo para no predicar con la inmediata dimisión: no basta como delegado de cultura, sino como concejal. Podemos, al no haber puesto en cuestión las bases de la democracia, esas que dividen el cuerpo social entre electores y elegidos, permite que un Guillermo Zapata se sienta un elegido. Hay que caer muy bajo para creerse el elegido.

 
 
 
 

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