"Nadie va a coaccionarnos a la salida de un acto institucional, ni en la vía pública. La calle no es patrimonio de nadie, sino de todos. Y en ella expresaremos nuestras inquietudes y reivindicaciones"

El rincón de pensar***.-Los últimos y dolorosos acontecimientos en nuestra querida España nos obligan a decir ¡Basta¡. Y con energía manifestar alto y claro: NO a la intolerancia. NO al odio entre españoles. NO al racismo y a la xenofobia. NO a la discriminación racial. NO al totalitarismo caduco y trasnochado.

Nadie nos va a amedrentar. Nada ni nadie nos va a acogotar. Pueden tener la voz más alta. Insultar hasta la zafiedad. Podrán asaltar, chillar e incluso desnudarse y en un momento dado vencer a los pusilánimes. Pero nosotros tenemos la fuerza de la razón para convencer. Como diría mí admirado Miguel de Unamuno. Nuestra razón está basada en la altura moral y en nuestro derecho a vivir en paz.

Muchos españoles entre los que me encuentro, lucharemos por una sociedad igual para todos. Por una convivencia pacífica. Por un respeto por la justicia y quien la imparte.  Tendremos nuestro marco en la Constitución, la cual consensuamos todos los españoles, y ha servido para una convivencia en paz y armonía entre todos.  Ella, no es nuestro imperativo legal. Es nuestra razón de ser y convivir.

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Somos muchos los que  apoyamos firmemente, sin ningún tipo de ambages a nuestras Fuerzas de Seguridad, a nuestras Fuerzas Armadas, a nuestro Jefe del Estado .A nuestra bandera y a nuestro himno nacional. Creemos en una España próspera y unida. Creemos en la libertad religiosa y de credo. En definitiva creemos en España y en los españoles.

Nadie va a coaccionarnos a la salida de un acto institucional, ni en la vía pública. La calle no es patrimonio de nadie, sino de todos. Y en ella expresaremos nuestras inquietudes y reivindicaciones. Los unos y los otros.

 

Aquí cabemos todos.  En la transición se cerraron heridas que nunca deben de volver a abrirse. Las dos Españas quedaron como un episodio negro en nuestra historia y  que nunca debió de haber pasado. El odio entre hermanos quedó enterrado. A pesar de que alguien intente ahora sacarlo  por intereses partidistas.

 Nadie ocupará “al asalto” las instituciones. Será con la fuerza de los votos y la aquiescencia de los ciudadanos.

Es la hora de los valientes. De los ciudadanos comprometidos con nuestras instituciones.  Los que respetamos y exigimos que nos respeten.

 

El populismo de opereta  y atrezzo, no  tiene que tener ninguna tipo de prebenda, ni posibilidad alguna entre nosotros. El populismo trae miseria, confrontación entre las personas, dolor y muerte.  Así como conculcación de derechos fundamentales. Espejos tenemos donde comprobarlo.

 

Por ello sin temor a nada ni a nadie, debemos de manifestar que los intolerantes, los sectarios, los xenófobos, los que se ríen de las victimas del terrorismo y del dolor de sus semejantes, los que quieren volver a sembrar la semilla de la  confrontación y al odio entre españoles. Nunca deben de  tener cabida en la sociedad actual.

 

Y aquellos que se han vendido por un plato de lentejas. Por un sillón en un Ayuntamiento o por una presidencia en una Comunidad. Allá con su conciencia. La historia y los ciudadanos los pondrán en el lugar que se merecen más pronto que tarde. Cien años de vida política no se pueden tirar por la borda. Ahora son esclavos de sus pactos y dejaron de ser dueños de sus principios e ideales.

 

Decía Machado: “de diez cabezas, nueve embisten y una piensa”. Seamos esa cabeza pensante. Esa que sabe donde va. Pero a sobre todo de donde viene.

Es la hora de ser firmes como una roca y flexibles como el junco. Y decir con fuerza: Nada ni nadie va a romper nuestra convivencia, ni nuestro estado de bienestar. Nadie nos va a intimidar, ni nos va a silenciar. Somos muchos más, pero sobre todo somos mucho mejores.