"Todo es falso, empezando por las mujeres que siguen procesionando detrás de los pasos, para que las vean, cuando nada les impide ir vestidas de nazarenas."
Daniel Lebrato.-Hablando con Maestro Liendres recodábamos cómo las madres antiguas se tapaban para ir a misa, había bancos para hombres y bancos para mujeres, los hombres casi siempre atrás, al fondo de la iglesia, para escaquearse a la primera y salir fuera a echarse un cigarro. En lo bueno y en lo muy malo, aquel era un mundo plano. Hoy, el mundo ha perdido su inocencia.
La tapada islámica que me refriega su tapado, ‑no en su tierra: en la mía‑ practica conmigo un orgullo que no tenían las madres y las abuelas de antes, esas cuyas hijas dejaron el velo para ir a misa y hasta las monjas se visten de paisanas. Cualquier comparación entre católicas de antes y musulmanas de ahora olvida espacio (esto no es Arabia) y tiempo (darle de plazo al islam 622 años va contra la aceleración de la historia) y olvida, además, que lo normal entre nosotros es distinguir mundo civil y mundo religioso y eso no es normal en el islam, donde, al no haber clase sacerdotal, varones y hembras ocupan la casilla de curas y monjas. Esa interferencia de la religión en nuestras vidas (calles, colegios, bloques de comunidad) nos resulta ajena y nada tiene que ver con los velos de las abuelas.
En la medida que el cristianismo le ríe las gracias al islamismo bueno (del malo, se habla en páginas de sucesos) se hace cómplice en el común fastidiarnos la vida, islamismo maloo extremista incluido.
Estos días de plena semana santa, cuando penitentes y nazarenos en hábitos de otros tiempos vuelven a salir a la calle, no está de más advertir que, como fiesta o turismo, el antifaz, el velo o la mantilla tienen un pase pero no los podemos tomar en serio. Todo es falso, empezando por las mujeres que siguen procesionando detrás de los pasos, para que las vean, cuando nada les impide ir vestidas de nazarenas.
A ese propósito, la fábula de la invención de la mantilla española que hoy se luce en las ciudades de jueves santo.
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