"...si el voto sirviera para algo ya estaría prohibido."
Domingo López.._Imagina que el día dos de diciembre te levantas por la mañana, algo más tarde de lo habitual, es domingo. Imagina que te haces un café o incluso te permites desayunar en algún bar. Imagina que llueve y mientras caminas vas pensando en lo qué harás durante la jornada, adónde llevarás al crío para no pasar el día en casa. Imagina que llegas a la cafetería y te sientas en una mesa donde han dejado el periódico, ya manoseado y con manchas de aceite. Imagina que, mientras comes la tostada, miras las caras – a toda portada - de los candidatos a las elecciones autonómicas. Todos sonríen de manera ortopédica, todos han prometido de todo. Sabes que ninguno ha doblado el lomo en su vida, ni se han subido a un andamio, ni han sido explotados trabajando de camareros ni han mendigado un contrato basura ni se han visto en silencio, bovinos, en la puerta del INEM, junto a otros desgraciados. Durante toda la campaña electoral los medios de comunicación han bombardeado a la ciudadanía andaluza con sus embaucadoras chorradas, con sus declaraciones de engañabobos, con su fingida cercanía.
Porque parece como si, de un día para otro, todos se hubieran acordado de pronto de eso que llaman pueblo llano, carne de urna. Han estrechado cientos de manos por calles y plazas, han visitado localidades que son incapaces de ubicar en un mapa, siempre seguidos por una tropa de periodistas y cámaras, la mayoría de ellos en nómina del partido correspondiente. Sus equipos de asesores les han obligado a hacer cosas que en otra circunstancia jamás harían. Uno de ellos, con sus aires de señorito andaluz, ha visitado una explotación ganadera familiar y, entre la peste a estiércol y las moscas, se hizo la foto correspondiente con cara de vaca ufana para luego irse corriendo a un puesto de chacinas y salir, tras el mostrador, con cara evidente de chorizo, otro va y se presenta en una cooperativa agrícola y sale, perplejo, con cara de papa o en una lonja pesquera para aparecer en la prensa con cara de besugo debidamente atónito o en un laboratorio donde le hacen mirar por un microscopio para no ver una mierda y otra, en fin, desde su poltrona fatua de incompetencia, ha lanzado sus logros ilusorios como confetis… Imagina que no, que estos no son los políticos que gobernaran Andalucía, no pueden serlo, no podemos tener tan mala suerte, imagina que existe otra forma de hacer política, que hay otras personas, honradas, honestas, con la ilusión y el compromiso sincero de servir al pueblo, que van a gestionar adecuadamente y salvaguardar la sanidad pública, que van a velar por la calidad de la educación, que van a atraer inversiones que generen trabajo digno, que van a fomentar la creación de empresas serias y la investigación en nuevas tecnologías y nuevas fuentes de riquezas, que no van a comprar voluntades por la limosna humillante de una ayuda social ni a perpetuar una actitud de conformismo, que van a apostar por la cultura y no por el folklorismo rancio y sobre todo, que no van a vivir del cuento, ni van robar ni a medrar ni a enriquecerse con el poder, ni van a tener, en el consabido círculo de favores y amiguismo, las puertas giratorias a su disposición. Imagina que dejas el periódico y te levantas y sales de la cafetería. Y ya en la acera, abres el paraguas. Es casi media mañana. Imagina que la gente que anda presurosa por la calle votará con conocimiento de causa y sentido común y no engañados y manipulados por esos políticos camanduleros y por programas de radio o televisión, imagina también que los trabajadores, con su fuerza de mayoría social, votarán por sus intereses, con conciencia de clase. Llueve, imagina resignada y finalmente que todo será más de lo mismo o bien se cumplirá la paradoja lampedusiana de que todo cambiará para seguir igual y sonríes entonces con sorna recordando las palabras de Eduardo Galeano: si el voto sirviera para algo ya estaría prohibido.
