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Apuntes de Historia CCCXXVII
 
 
 
 
 
 
 
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26 de Octubre de 2020
Reflexiones sobre el sentido de las efemérides II
Manuel Jesús Parodi Álvarez.-La conmemoración de una determinada efeméride histórica, como veníamos señalando en los párrafos precedentes a este artículo (publicados en abril de 2019), deviene un hito en sí misma, una materia de trabajo y estudio que incide en el desenvolvimiento cultural de las ciudades antes, durante y después de su desarrollo, y que puede transformar -es de esperar que en positivo- la percepción que un cuerpo social tiene de determinados aspectos de su pasado.
Tal y como señalábamos con anterioridad, se ha de trabajar para que una efeméride dada, además, pueda llegar a convertirse no en un hecho “cerrado” en sí mismo (“cerrado” por contar con un principio y un fin, en lo cronológico, y con un ámbito acaso estrecho, por restringido en mayor o menor medida, en lo temático -en sus contenidos y en su propia naturaleza, cuando no además en su desarrollo), sino que puede (y debe, en realidad) constituirse en una herramienta práctica para el desarrollo de una línea de trabajo abierta y poliédrica.
De esta manera es de esperar que la efeméride en sí pueda llegar a convertirse en un instrumento de acción sobre (y desde) el cuerpo social, de transformación de dicho cuerpo social (llámenme ingenuo, lo sigo siendo) que pueda permitir la puesta en funcionamiento de un ámbito de acción amplio que incide en -y se desenvuelve sobre- muy diversos aspectos de interés para un cuerpo social dado (el cuerpo social protagonista de la efeméride en cuestión o en cualquier caso vinculado -de una u otra manera- con la misma).
 
Es indudable, en cualquier caso, que la celebración de una efeméride se conforma como un objeto central, axial, de atención (es una herramienta, no una excusa ni una justificación para causas varias…), y que sobre la misma ha de vertebrarse tanto el peso principal de la acción como, a su vez, la puesta en marcha de acciones de diverso sesgo y naturaleza que contribuyan tanto al aumento del calado de la efeméride (en vertical) en el cuerpo social más estrechamente relacionado con la misma (cuando no directamente protagonista de la efeméride) como a la extensión del conocimiento (en horizontal) sobre la misma dentro y fuera de los márgenes de dicho cuerpo social -y más especialmente sobre el cuerpo social que guarda una mayor vinculación con los hechos históricos originales que son el objeto causal de la conmemoración.
Cabe igualmente apuntar que “conmemorar” conlleva (en el fondo y en la forma), además, “celebrar”, y que este tono de celebración -naturalmente, entendido y desarrollado enteramente en positivo- debe sin duda presidir y guiar la planificación y el desarrollo de una conmemoración así como -muy especialmente- la ejecución de las diversas líneas de trabajo de dicha planificación y la puesta en funcionamiento de dicha acción.
           
En este sentido es de señalar que no podemos pasar por alto la componente anímica y sentimental de una efeméride, y con ello el sentimiento de pertenencia que un cuerpo social siente o sentirá respecto a los hechos que dan origen a la misma conmemoración, ya que también en ello consiste el trabajo, en poder incrementar el referido sentido de pertenencia de un cuerpo social respecto a una determinada efeméride, especialmente dado que en fin de cuentas  y en último extremo se trata de conmemorar hechos y cuestiones históricas que tienen que ver con la propia Historia del propio cuerpo social que las conmemora, esto es, de trabajar e incidir sobre algunas de las propias señas de identidad de un cuerpo social, y unas señas de identidad que la misma sociedad que conmemora considera fundamentales y por eso conmemora.
Una celebración que el cuerpo social, como señalamos, entiende y siente como propia, y que en su desarrollo debería ciertamente alejarse de lo plúmbeo, algo que viene a representar un riesgo que se corre demasiado a menudo, tratando de evitar caer en una posible rigidez de las conmemoraciones y del también posible acaparamiento de la conmemoración por parte de determinados segmentos de la sociedad, ya que ello puede llegar a generar una sensible lejanía del cuerpo social respecto a las efemérides, un cuerpo social que puede incluso llegar a no sentirlas como cuestión propia, llegando incluso (por todo ello) a contemplarlas como algo ajeno.
 
Estas últimas cuestiones ello, de hecho, no habrán de redundar ciertamente en beneficio de una conmemoración determinada (cualesquiera), ni en el mayor peso de su trascendencia, ni en el aumento de su calado (en lo vertical, en la profundización de la materia en el seno del cuerpo social) y de su extensión (en sentido horizontal, en lo que atañe a la socialización del conocimiento y la construcción y el refuerzo del sentido de pertenencia) en la masa social ciudadana.
Uno más de los aspectos a tener en cuenta es la natural generación de sinergias e intereses en el contexto del desarrollo de una conmemoración histórica, de una efeméride, a lo largo del tiempo, algo que es de esperar se incremente a medida que la conmemoración se vaya acercando a su acmé.
 
De este modo, es de esperar (y de trabajar en dicho sentido) que sean numerosas las entidades (de distinta naturaleza) y personas que mostrarán (que muestren) su interés por el desarrollo de acciones, de actividades, de líneas de trabajo en torno a la conmemoración en cuestión, y el número de iniciativas, de instituciones, entidades, empresas, personalidades particulares, que muestren dicho interés será a su vez y hasta cierto punto un índice -una suerte de barómetro, puede decirse- del calado y el interés suscitado (y con ello, del éxito en su repercusión en el cuerpo social) de una conmemoración determinada. 
Una cuestión como la afluencia de ideas, la voluntad de participación de colectivos, la presencia de iniciativas sociales, culturales, empresariales, lúdicas, de propuestas de acción sobre la socialización del conocimiento y sobre la difusión y conservación del Patrimonio, y la manifestación de inquietudes, anhelos, deseos e incluso incertidumbres (de personas a título individual y de colectivos) sobre la efeméride, todo ello ha de ser considerado, a todas luces, como un buen indicador del calado de una efeméride en tanto en cuanto estas cuestiones revelan el interés generado por la misma en el contexto general (y económico) de un marco social determinado. 
Y todo ello bulle y subyace bajo una efeméride, todo ello se encuentra bajo una conmemoración como por ejemplo la del V Centenario de la I Vuelta al Mundo. 
 
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