El día que te escribí

Te abalanzas sobre el papel, armado con un lápiz, o una pluma. Sentado bajo el sol, a la sombra, o al amparo de una lámpara, para escribir unas letras. 

Rebuscas en las profundidades de tu mente y en las nubes del mundo que te rodea, anhelando encontrar esas letras que plasmar en sobre la hoja en blanco. 

Hoy, quince años después. Hoy, diez años después. Hoy, los minutos que transcurren mientras escribo. Hoy, me encuentro al leer letras antiguas, que cada día que escribía, escribía sobre ti, aún sin saber quién eres, dónde estás, en qué lugar vives.

El día que te escribí, lo hice sin saber de ti, sin conocerte. Imaginaba sobre ti, aunque en verdad, solo escribía lo que leía en la energía que rige el Universo. De alguna forma, sintonicé un “canal”, donde siento  tu energía.

El día que te escribí, la verdad es que no he dejado de hacerlo, en cada uno de mis personajes femeninos, en cada descripción de ellas algo aparece de ti, una curva de tu cuerpo, tu boca, tu sensualidad, tu sencillez…

Con cada letra, con cada espacio en blanco, con cada punto, con cada coma, en cada salto de renglón algo me sale sobre ti. Es como el agua de una cascada que se vierte sobre el agua un río que no es el suyo, pero que acrecienta su caudal, el caudal de mis letras.