Conexión interrumpida

A veces me sorprende el comportamiento humano, y no hablo de la psicosis colectiva que está desatando el COVID, que si más estúpidos se han vuelto los gobiernos, no menos atrás se han quedado esos que formamos el vulgo, si esos que hoy nos hemos convertidos en las ovejitas de aquella Carmen Sevilla.

Me sorprende,  la capacidad de creación humana. Es esa inventiva que nos lleva a evolucionar por un lado como especie, y por el otro, a caminar para atrás como los cangrejos. 

Basta echar un vistazo al mundo presente y pasado para comprobar cómo el ser humano, ha sido capaz de explorar y desarrollar su faceta creativa en todos los campos. Sin embargo, esto choca con esa idiotez colectiva, que se aleja de dichos avances. Parece ser que con cada nuevo ingenio, más cerca estamos de acabar pareciéndonos a los Cromagnon.

¿Qué le ocurre al ser humano?

Acompaña a este artículo una foto, que no tiene nada más espectacular que el aparato y la habilidad de aquellos pilotos de la I y II Guerra Mundial. Y sin embargo, te lleva a preguntarte ¿qué nos ocurre? El hombre en la Luna, viviendo en órbita alrededor de nuestro planeta, sueños de conquistar Marte. Pero eso no responde a la anterior cuestión, porque nuestra mentalidad viaja a la velocidad de la luz hacia atrás.

Capaces de demostrar la mayor de las habilidades bien pilotando un avión (por ejemplo), como creando una obra de arte. Pero después el vulgo, sólo pierde el culo por una cerveza, una fiesta en la parcela, etc.

¿De verdad, somos algo más de lo que vemos a diario?

 

Me considero, por experiencia propia, que existe algo muy superior a nosotros, de lo que nuestra mente física, nuestro vocabulario burdo y rudimentario está incapacitado para nombrar, y no hablo de Dios, quizás este solo sea un nombre que se le pudiera dar, pero eso es para otra ocasión.

Cada vez más, vamos viendo y conociendo personas que dicen despertar, vivir en otro nivel de conciencia, en otro mundo y nunca más alejado de la realidad. Aunque para muchos es una simple salida psicológica a su incapacidad de poder afrontar sus problemas.

 

Pero si algo queda claro, que entre tanto barullo, de lo que uno piensa, en lo que cree, en lo que deja de creer, en lo que te dicen que pienses, en lo que tienes que creer, y para rematar, aquellos/as que se autoproclaman sanadores/as de tu espíritu, al mortal común se le olvida quizás lo más importante, guardar silencio. Y no hablo de cerrar “el pico”, me refiero a guardar silencio y escucharnos a nosotros mismos. Existe una conexión, una frecuencia a la cual conectarse, solo hay que detenerse, entenderse uno mismo y después mover el dial hasta sintonizar nuestro canal. 

¿Realmente solo nos preocupa el WIFI del móvil?