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Volviendo a la isla
 
 
 
 
 
 
 
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13 de Diciembre de 2020
Cotidianos disturbios
Gallardoski.-Antes tomaba el café cortado. Añadía siempre al camarero o camarera una sugerencia;
-Por favor, con poquita leche.
Había camareros que atendían esa comanda con eficacia, pero había otros, camareras sobre todo, que esa puntualización se la pasaban por ahí y colmaban el café de leche como para hacer un migote, así que hace un año o más,  opté por tomar el café solo,  lo que hacía juego con mi vida laboral, casi siempre solo.
Esta mañana la camarera del bar que frecuento desde hace años ha tenido uno de esos crueles lapsus y me ha puesto un café cortado. No pasa nada, le he dicho con resignación, me lo tomo, pero cuando he movido con la cucharilla el mejunje he sacado casi una rebanada de nata y no he vomitado porque soy una persona muy educada.
Cuando ha visto la camarera el café abandonado a su suerte y el vaso de agua vacío, se ha disculpado y me ha ofrecido otro, pero no, ya tenía el estómago lo bastante revuelto.
Luego me he ido al banco y he sacado mi número. 
 
Estábamos tres clientes o lo que fuésemos en la cola. En el banco hay unas pantallas y allí salen con un fugaz pitido de alarma, los números de los ciudadanos. Entre número y número ponen los resultados del fútbol y frasecitas para distraer a la concurrencia. 
Hoy han puesto una atribuida a Albert Einstein muy curiosa: 
“Hay dos cosas infinitas; el universo y la estupidez humana y de lo primero no estoy seguro”  
Hombre, esa frase en las pantallas del banco suena un poco insultante, es como si uno de los chicos banqueros la hubiese colado allí de matute para que todos nos sintiéramos cohibidos en nuestras cuitas financieras y así le diésemos la razón en cuanto chanchullo quisiera meternos.
 Los números no salen normales, quiero decir: el tres, el cuatro…no; salen acompañados de unas letras, como los robots de la película coñazo esa de la guerra de las galaxias “R2d2” 
El mío, mi número, es VD02 o algo parecido, no me acuerdo porque he tirado el número. A una papelera, soy una persona muy educada.  
Pero siendo mi número ése, que es el que ha salido ahora en la pantalla ¡premio! Un señor mayor (se quiere decir mayor que uno) que hasta ese momento arrastraba sus pasos como si fuese directamente al cadalso, ha dado una carrera increíble para adelantarme a mí y dirigirse a la caja. 
Se ha equivocado, he pensado, y me he puesto yo también en la caja esgrimiendo como un idiota la legitimidad de mi puesto, el Vd02. 
El cajero ha dicho que me tocaba a mí, impartiendo justicia, pero el señor ha insistido; 
-No, no, me toca a mí que este se ha colado…  
Será por el café con nata asqueroso, será por ese “este” tan grosero, que me he puesto yo también farruco y le he dicho; a ver, su número, como si en el número anduviese el canon de la justicia universal. 
El hombre tiene el Ed002 y es verdad que impresa, la “E” parece una suerte de “V”  ahí está el error, el hombre tampoco verá muy bien a su edad, pero yo que soy una persona educadísima, he empezado a cabrearme cuando me ha pedido mi número (dios, mi número, qué melancolía) para ver si yo llevaba verdaderamente el Vd02 de los cojones.
Se lo iba a enseñar, a ponérselo en las gafas, como a Rompetechos, pero un pálpito de dignidad me ha hecho desistir de ese empeño y el cajero ha dicho: 
-Hombre, si hay tres clientes nada más…uno ya se ha marchado y usted tiene el Ed002, por fuerza tiene que tener este otro señor el que ha salido. 
He mirado a la pantalla a ver si estaba todavía la frase de Einstein para decirle al hombre que pensaba, en ese momento, exactamente lo mismo que el genio de la física. Pero no, ahora han puesto otra tontería que no me sirve para nada.
Por fin se ha convencido y ha dado un paso atrás, cuando he sido atendido, con cuánta parsimonia he firmado los impresos, contado los escasos billetes, hasta bromeado con el cajero cual si fuésemos compinches. 
No contento con zaherirlo de esta burda manera, cuando me iba a ir (tenía todavía en la cabeza ese “este se ha colado” ) le he dicho:
 “Caballero, yo no me cuelo, soy una persona educada” 
Se conoce que cuando el sistema nos da la razón en algo todos hablamos como los guardias civiles, de ahí el “caballero”.
 
 
 
 

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