SD.-De lamentable podría considerarse el mensaje navideño del jefe del estado a poco que se conozca la historia más reciente de España y la de su familia borbónica,

La mayor parte de la aparición navideña  la ha dedicado el monarca a lamentar los sufrimientos de la pandemia en los principales colectivos que se han enfrentado a ella y en las familias de todos aquellos que han perdido algún ser querido.Un poco a los desastre que está generando el virus del Covid 19 en la industria española y en definitiva las repercusiones directas en el número de españoles que han ido al paro o entrado en algún erte.

Igualmente, el Rey ha querido enviar un mensaje  de unión que nos haga salir de ésta, como siempre lo hicimos después de enfrentamientos, gracias a la Carta magna, el sanctum sanctorum de la convivencia desde 1978.

El sonrojo es ajeno para quien pretende ejemplarizar a toda la ciudadanía, igual que lo hiciera su padre durante decenios, pero no hace referencia ni explícita ni implícita de los actos presuntamente delictivos de su real padre.

El discurso del Rey ha sido, seguramente, aplaudido por republicanos, independentistas y otras “gentuza” socialcomunistas que rigen los destinos de esta nación con los votos de 26 millones de españoles que, afortunadamente, no han corrido la suerte que entorchados, herederos de la intolerancia y el odio, han deseado en delirantes afirmaciones en redes sociales, eco de las soflamas de las derechas y ultraderecha desde el hemiciclo del Congreso y los medios afines con el único fin de hacer caer, cualquiera que sea el fin y los medios, a este gobierno al que no paran de tildar de ilegítimo.

Flaco favor hace el rey a la democracia y a la institución que representa al no dar respuesta a quienes en el uso de su libertad de expresión, que otros les dieron, permite que usen el estandarte de la flor de lis de su casa para arengar a sus correligionarios que no dudan en proponer pronunciamientos para acabar con “esos hijos de puta” de la Moncloa.

Se equivocó Felipe VI en su llamada al orden a los catalanes el 3 de octubre de 2017 pensando, quizás, que sus palabras servirían para someter a unos ciudadanos que, en su mayoría, no aceptan a los Borbones desde 1714 aunque el independentismo tuviera sus orígenes allá por 1922.

Fue muy explícito, esta vez sí, en un mensaje  que relegó su figura de árbitro que le otorga la Constitución a un Rey frustrado y prisionero de los halcones de Mariano Rajoy.

Que la futura e improbable reina de España, Leonor,  hable aceptablemente catalán no librará a la corona española de sus últimos estertores provocados por la  licenciosa y delictiva vida del regio emérito y el silencio de su heredero, cómplice por omisión de las corruptelas de su padre, el fugado de Abu Davi.