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Apuntes de Historia CCCXLII
 
 
 
 
 
 
 
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21 de Febrero de 2021

El Mundo tras la I Circunnavegación. De cartografía mítica a cartografía racional (III)

Manuel Jesús Parodi Álvarez.-Conocemos mucho, pero nos falta mucho por saber aún, y, lo que es peor, hay conocimientos que hemos perdido y posiblemente nunca llegaremos a saber qué nivel había alcanzado la Geografía en el siglo XV: desconocemos cuanto sabían, y muchas de las cosas que conocían quedan para siempre envueltas en la bruma del olvido, de modo que no estamos en condiciones de saber cuánto sabían realmente los geógrafos, cartógrafos y marinos que vivieron en el contexto cronológico (y cultural) de la Primera Vuelta al Mundo.

Así, es asunto incuestionable a tener en cuenta que en buena medida desconocemos el estado y nivel de los conocimientos de quienes nos precedieron en no pocas disciplinas, materias y cuestiones en diferentes momentos de la Historia: en otras palabras, hay cosas (dicho pronto y mal) que se conocían en el pasado y que ahora ignoramos que se conociesen, porque la historia del conocimiento no es lineal ni unidireccional.

En este mismo sentido muy posiblemente además jamás llegaremos a saber qué nivel había alcanzado realmente la Geografía -el conocimiento en esta disciplina- en el siglo XV: no conocemos cuanto sabían los expertos de aquella época, y es de tener en cuenta que muchas de las cosas que se conocían quedan, acaso para siempre, envueltas por la niebla del olvido. 

Por ello, insistimos, no estamos en condiciones de afirmar veraz y completamente que sabemos cuán elevado y rico era el conocimiento real de los geógrafos, cartógrafos y navegantes europeos de los siglos XV y XVI, el contexto cronológico y cultural que alumbraría y sostendría la I Circunnavegación.   

Así, ¿de dónde salió el conocimiento empírico que se refleja en los mapas de Piri Reis, en la cartografía de Lopo Homem, en el Globo Terráqueo de Martín de Bohemia, primero de su género? De otra parte, ¿el almirante Cristóbal Colón, cuantos secretos guardaba? ¿Cuánto sabía el propio Hernando de Magallanes, cuanto conocimiento atesoraba su socio el sabio geógrafo y cartógrafo, también portugués como Magallanes, Rui Faleiro? ¿Cómo era el mundo que realmente conocían estos eruditos de la época?

Era un mundo envuelto en lo mítico, jalonado de no pocas supersticiones, de miedos, de verdaderos terrores, que mantendría a estos hombres, los marinos de Magallanes y Elcano, imbuidos de un fuerte peso en sus mentes, en sus conciencias, del imaginario medieval y, como señalamos, no se trataba tan sólo de “supersticiones” (consideradas de una forma simple), sino de los horizontes mítico-religiosos imperantes en el momento. 

El miedo a lo desconocido y la fe en lo extraordinario hacían a estos hombres muy religiosos y al mismo tiempo muy supersticiosos: la superstición es una manifestación de los horizontes mítico-religiosos, y no está tan lejos de lo religioso en tanto en cuanto forman parte de los horizontes globales del mito, del pensamiento mítico-religioso. 

En este sentido, y como hemos adelantado, las geografías míticas se convierten en geografías científicas (y por añadidura reales) gracias a las exploraciones y los descubrimientos: de ese mismo modo, en la Antigüedad, las “Casitérides” o “Islas del Estaño” se convirtieron en tierras reales como las islas Británicas o Galicia de manos de la extensión de la Romanidad, pues Roma es sin duda la gran “organizadora” de los espacios en el ámbito de la Europa antigua. 

De ese modo, determinadas islas y otros territorios del Norte del Atlántico o de otros océanos sólo existían en la cabeza de los marinos de los siglos XV y XVI, como Antilia, la Isla de las Siete Ciudades, la Isla fantasma de San Barandán (o San Borondón, o San Brendan), la tierra de las Amazonas, el Reino del Preste Juan, unos espacios míticos éstos que al cabo terminarían por verse sustituidos por islas y continentes reales, mesurables, cartografiables…, por un espacio enorme, sí, pero finito y abarcable, el de la circunferencia del globo terráqueo.

Es de considerar que sería una verdadera miríada la de los miedos o creencias de los marineros portugueses cuando avanzaban hacia el Sur del Atlántico bordeando la costa africana, como los mares infranqueables, las lagunas innavegables, los ríos de fuego o los monstruos que citaban los geógrafos precedentes, ya fueran los clásicos latinos ya fueran los árabes. 

Los bestiarios de la época (del medioevo europeo) venían a reflejar hasta cierto punto y en buena medida dicha realidad -a la que venimos haciendo referencia ahora- del pensamiento mítico-religioso, plasmada en el plano y el terreno de lo natural, presentando la creencia en seres (sin duda fantásticos) de cuya realidad nadie sabía nada pero en cuya existencia se creía, o que al menos formaban parte del imaginario colectivo de la época, lo que los hacía reales en la mente (en la imaginación) de tantas personas que amanecían cada mañana y dormían cada noche…, esto es, del común de los mortales de la Europa de la Edad Media. 

Ello contribuye a dar una explicación a la presencia en mapas de los siglos XV y XVI de tritones, monstruos, medusas, y otros seres mitológicos, mostrando desde lo evocativo a lo decorativo una casuística, una tipología de seres dotada de un espectro (nunca mejor dicho) muy amplio. 

Dichos seres míticos así representados en los mapas de la época podrían tener un carácter disuasorio -de advertencia- sin exclusión de un carácter en buena medida ornamental en dichos productos cartográficos, y todo ello a la vez, pues no se trata de cuestiones excluyentes; la geografía mítica, además, se “decora” con una iconografía mítica (y a ello no son ajenos los bestiarios); en los mapas de África, por ejemplo, la leyenda “Hic sunt Leones”, todo un clásico empleado para decorar (sí, pues también es de considerar el papel decorativo de los símbolos) el espacio de las tierras ignotas, es un botón de muestra de ello.

Pero no habremos de pasar por alto una cuestión verdaderamentel fundamental: que el gran Viaje de la I Vuelta al Mundo es determinante para la Historia de la Humanidad porque vino a suponer de manera definitiva la demostración empírica, práctica, de que la Tierra era -es- esférica, al tiempo que con dicha Expedición (como señalábamos) no pocas de las “geografías míticas” de la Tierra se convertirían en geografías “cartográficas”, científicas, reales, precisamente a causa de la Primera Circunnavegación, de ese Viaje que incluyó en un contexto lógico y racional a un Mundo hasta esos entonces aún muy envuelto en los perfiles de lo mítico.

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