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Manifestación 8M
 
 
 
 
 
 
 
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07 de Marzo de 2021
Manifestación 8M
Unas cincuentas personas se manifestaron ayer  por el centro de la ciudad para celebrar el 8M. A las 11.30 horas  partieron de Verdigones para recorrer las calles, Barrameda, Santo Domingo, Plaza del Cabildo y Calzada de la Duquesa donde se leyó un manifiesto en la soledad de una Sanlúcar desangelada e indiferente a las reivindicaciones de los colectivos feministas que da la espalda a las infatigables mujeres y hombres que no desisten en reivindicar los derechos de todas las féminas de este país. Un camino muy largo en la Historia del movimiento feminista muy amenazado por las emergentes corrientes políticas. 
Los manifestantes mantuvieron en todo momento la distancia de seguridad necesaria para que todo discurriera sin temor a algún tipo de incidencia sanitaria, unidos por cintas moradas que garantizaran en todo momento esas medidas preventivas.
Que en una ciudad de cerca de 70.000 habitantes se hayan manifestado solo 50 sanluqueños y sanluqueñas no es un fracaso de las organizaciones que la convocan sino del nulo esfuerzo de los que limpian su imagen progresista con una pancarta en el centro de la ciudad y no encabezan la manifestación para apoyar a las mujeres de su propia ciudad ignorando el buen hacer de sus propios compañeros en otras ciudades de España.
 
MANIFIESTO 8M
 
Queremos un 8 de marzo diverso, donde podamos exponer las dificultades específicas de las mujeres racializadas, de las mujeres obreras, de las mujeres empobrecidas, de las que son madres y de las que no, de las mujeres con diversidad funcional, de las mujeres sin acceso a educación, de las mujeres lesbianas, etc. Incluso, destacar que las mujeres de otras regiones geográficas viven en un sistema patriarcal con diferentes opresiones hacia las mujeres que el nuestro. Lograr sociedades feministas sólo será posible luchando contra todas las discriminaciones.
El feminismo interseccional que defendemos explica cómo el cruce de diferentes opresiones implica situaciones de mayor vulnerabilidad.
El año de pandemia ha puesto en valor cuestiones que desde el movimiento ya reivindicábamos como centrales. Así: 
Deseamos visibilizar todas nuestras formas de trabajo y de producir valor: el trabajo invisible de las cuidadoras, las empleadas domésticas, las kellys; nuestro trabajo reproductivo que mueve el mundo y sostiene la vida. Es necesario otorgarle la centralidad que merece, la dignidad y el respeto.
La discriminación y explotación laboral y la brecha salarial nos afecta al conjunto de mujeres, pero en mayor medida a las mujeres sin acceso a estudios, que provienen de contextos empobrecidos, a las mujeres migrantes y racializadas, las mujeres mayores, las mujeres trans y las mujeres con diversidad funcional. La violencia de la trata y la explotación sexual afecta de manera especial a mujeres racializadas, a niñas, a mujeres empobrecidas, mujeres migrantes y mujeres trans.
Queremos que se reconozcan los derechos laborales de las trabajadoras sexuales, reclamamos condiciones dignas para las migrantes que sostienen nuestros cuidados, exigimos pensiones dignas para todas, ayudas y recursos para la precariedad que sufren muchas de las personas a las que esta situación ha golpeado más fuerte. Deseamos reforzar lo colectivo y lo comunitario como motor de la existencia y rechazamos todo esfuerzo por desmontar ese común: desde las empresas que expolian los recursos de todos y todas, hasta los Estados que nos despojan de los servicios públicos con la sobrecarga del trabajo comunitario.
Deseamos acabar con todo tipo de violencia: la laboral que establece diferencias salariales y en las pensiones, la violencia que excluye, la homófoba y la transfoba, la violencia financiera que nos agobia con la deuda, la violencia racista contra las migrantes, la violencia machista y explotadora y la violencia de las guerras y de las fronteras que deciden quien debe vivir y quien debe morir.   Sufrimos violencias en nuestros cuerpos y violencias machistas simbólicas cotidianas.
Los roles y estereotipos de género nos obligan a un posicionamiento social en situación de inferioridad y opresión, además de castigarnos socialmente cuando subvertimos dichas normas de género. Sobre esos roles y estereotipos es que cae sobre nosotras la obligatoriedad de los cuidados.
Frente al neoliberalismo y al conservadurismo que quieren encerrarnos en la familia, en el trabajo como patrón y en la maternidad obligatoria reclamamos una manera de vivirnos en libertad y con plenos derechos, con toda nuestra diversidad y alegría. Así reivindicamos el Ecofeminismo, el anticapitalismo, la vuelta a lo comunitario y la diversidad.  Todas las vidas deben poder ser vividas con dignidad.
Como dijo la activista afroamericana Audre Lorde, feminista y defensora de los derechos humanos: No seré una mujer libre mientras siga habiendo mujeres sometidas, aunque sus cadenas sean diferentes de las mías. Es por eso por lo que este 8 de marzo de 2021 lo queremos diverso, inclusivo e interseccional.
 
 
 
 

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