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¿Acepciones, ambigüedades o mala leche?
 
 
 
 
 
 
 
¿Acepciones, ambigüedades o mala leche? PDF Imprimir E-mail
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13 de Diciembre de 2008

Imagen activaLas ambigüedades y la  descontextualización de las palabras

Pepe Fernández.-Si algo diferencia al hombre de los demás seres vivos de la tierra es su capacidad para enlazar sonidos creando monosílabos o frases que le hacen interactuar y comunicarse con su homónimo.
Además del lenguaje, la inteligencia nos aleja a distancias siderales de otras formas de vida en la faz de la tierra y es ésta misma la que controla la articulación de sonidos más o menos inteligibles, según la criatura parlante, con el correspondiente significado de la palabra y las acepciones pertinentes dependiendo del idioma.

Toda esta retahíla, cuasi inconexa, -mi inteligencia y conocimientos lingüísticos son los justos gracias al corrector del word y de otro lado no poseo la elocuencia de Gallardoski ni la brillantez de Zarazaga en sus exposiciones- es una premisa o introducción para entender como un juez puede absolver a un presunto calumniador aún a pesar de llamar "zorra" a una señora, ya que la palabrita tiene varias acepciones en las que el abogado defensor argumentó la defensa de su cliente.

Sin embargo, el lenguaje sexista en todos los idiomas, incluido el inglés, del que se extrae esta anécdota, nos hace pensar que el ofensor sólo tenía una clara intención de herir con ese vocablo.

Así las cosas, cuando alguien dice algo altisonante y sale en todos los telediarios de España, falta tiempo para desmentir tales afirmaciones, diciendo, por ejemplo, que se han sacado de contexto.

Juzguen ustedes mismos: "Muerte al Borbón". Según su autor no había intención de incitar al odio para asesinar a esta persona (Juan Carlos I) sólo era una frase utilizada en el S. XVIII por sus antepasados catalanes contra Felipe V por lo mal que los trató – cierto, nos lo cuenta la Historia- después de finalizada la Guerra de Sucesión.

"Colgar de algún sitio a los nacionalistas". (Manuel Fraga.). No se refería a colgar personas " es una expresión muy ambigua, puede significar muchas cosas" dice la Sra. Santamaría. ¿ Ambigua?, ¿Muchas cosas?. ¿Cómo zorra, por ejemplo?

Nuestra reina Sofía se despacha con unas afirmaciones sobre los gays y el matrimonio contrarias a nuestras leyes y que por lo tanto no respeta, pero sin embargo declara que la periodista Pilar Urbano las ha transcrito de una conversación privada y que ella no quería decir exactamente eso.

El Sr. Alcalde de Getafe llama "tontos los cojones" a quien vota a la derecha, y al igual que su correligionario, por más señas Presidente del Congreso Sr. Bono, llama "hijos de putas" a algunos socialistas, ambos se defienden diciendo que son frases "coloquiales. Suma y sigue.

Todos estos señores y señoras, zorros y zorras, podrán denunciar a éste que escribe por intentar describir pobremente, qué son ellos realmente: Irresponsables políticos y régios que no están a la altura de las circunstancias y que envilecen sus cargos cuando abren la boca.

Todo, por no encontrar las palabras justas para expresar lo que quieren o sencillamente sus personas hacen fiel alusión al cánido de los desiertos para eludir sus irresponsabilidades lingüísticas en el desempeño de sus funciones.

El idioma queda así relegado a una herramienta multifuncional para que cada cual interprete las palabras según él cree y no lo enunciado en el Diccionario de la Real Academia Española.

Si usted enciende la tele y escucha palabras como disparo, fusilazo,"killer", asesino, arsenal, enemigo, o cualquier otro léxico bélico, no crean que hablan de Irak o cualquier otro convulso país. No, están transmitiendo un partido de fútbol, pero claro, es idioma coloquial futbolero.

Así nos va en civismo y conocimientos de nuestra lengua; la que Carlos I usaba para comunicarse con Dios, y a Ese no se le marea con surtifugios literarios ni juego de palabras tirando de sus acepciones.

Lo demás es mala leche, mucha mala leche, mala educación y ningún respeto al estado de derecho de estos individuos, que se permiten el placer de zaherir a quienes quieran y marcharse de rositas.

 
 
 
 

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