Y no digo yo que, el “vuelva usted mañana”, sea una practica habitual en las dependencias administrativas de ministerios, consejerías o delegaciones, pero es totalmente imposible no encontrar a alguien que no haya tenido que  escuchar alguna vez la manida frase.

 Pepe Fernández.-En estos días se conmemora la efeméride del nacimiento de Mariano José de Larra (1809), uno de los grandes románticos del siglo XIX junto a Espronceda, y los tardíos Bécquer o Rosalía de Castro, y a pesar de los doscientos años transcurridos, la sociedad española actual y sus instituciones públicas siguen ofreciéndonos retazos de un pasado en que el “inmovilismo” laboral en las oficinas gubernamentales cercenaba cualquier intento para solucionar, en un tiempo prudencial y razonable, los problemas a los que la administración está obligada dar adecuada respuesta.

La crisis actual está cambiando muchas cosas en nuestra sociedad y, para bien o para mal, las estadísticas señalan claramente con sus números, las tendencias actuales de los ciudadanos en su vida cotidiana.
Tal es el caso del aumento de matrículas en las academias de enseñanza dedicadas a formar a individuos para afrontar las diferentes oposiciones  que hay que sufrir antes de conseguir un puesto de trabajo remunerado para toda la vida, como es el de funcionario público.

Con toda seguridad, las garantías de imparcialidad para concurrir a alguna de esas oposiciones, pruebas o exámenes, son infinitamente más justas que aquellas que vio Mariano de Larra, si es que las había, pero sin embargo el blindaje que se auto imponen muchas de estas personas, una vez obtenida la gratificante plaza que le garantice el pan para siempre, no ha cambiado.

Y no digo yo que, el “vuelva usted mañana”, sea una practica habitual en las dependencias administrativas de ministerios, consejerías o delegaciones, pero es totalmente imposible no encontrar a alguien que no haya tenido que  escuchar alguna vez la manida frase.

En sólo un mes, y en dos importantes Delegaciones de este nuestro Ayuntamiento, he intentado obtener sin éxito, ayuda e información, y en ambas recibí la misma respuesta: "Le llamo mañana” – hoy con los teléfonos no existe la coartada para el “vuelva usted mañana” pero, a la vez, se convierte casi siempre en una frase hecha que te garantiza la inutilidad de tu visita a la oficina de turno, por muy grande que sea la sonrisa del funcionario que te ha tocado en suerte.

La imagen y el marketing para vender, aunque sea humo, priman sobre todas las cosas. Carruseles de promesas y buenas intenciones que encandilan a las mentes nobles o desparapetadas, que a la hora de votar caen abducidos por los cantos de sirenas que los encamina irremediablemente, no a los escollos como al argonauta de Ítaka, sino cual Ariadna, son embocados al laberinto del Minotauro – sin ovillo de hilo ni nada, a pelo- donde la mítológica bestia dará cuenta de estas buenas personas, cándidas e ilusas, para que así el ciclo vuelva a  empezar dentro de otros cuatro años.

Mientras, los políticos seguirán reiterando el buen engranaje de su máquina administrativa, otros seguirán exigiendo, mucho  los derechos y poco los deberes de sus representados y los representados, algunos como los causantes directos de este brindis al sol , volverán a platicar con el ciudadano su frase preferida, debidamente actualizada para no dar mucho el cante,  reliquia del pasado con la que da  título a estas líneas un atribulado contribuyente.

“Fígaro”, dos centurias después de su nacimiento, sigue siendo un referente cuando mencionamos la administración española y su funcionamiento. Hemos aprendido poco.