José Segura.-El auténtico machomán llega a la tasca y saluda a los amigos mientras se rasca la paquetera con la mano izquierda, o introduce la punta de la llave de su coche recién lavado en el orificio auricular. ¿Qué paza cojone?
El auténtico machomán ve furbo los viernes, los sábados, los domingos, la liga nacional, la liga europea, la liga turca, y si no hay furbo, ponen revival de la selesión nacional, ganando la eurocopa.

Es fundamental para el talibán furbolero, ir a bares donde sólo haigan machos pa podé disfrutar de una conversación intelestuá.

Normalmente suelen sacar a sus chiquillos a ver las prosesiones, costumbre mu miarma, todo sea dicho, y a la mujer la invitan a unas tapas y cervezas, total, si sólo es una vez al año. Al auténtico machomán le gusta hablar de temas trascendentales, er madrí, er beti, er rayo zanluqueño. Asimismo es popular costumbre machomanista apuntarse en todas las porras del pueblo, barrio alto, barrio bajo, Tienda de Enmedio.

En algunos de sus templos el machomán y sus amiguetes gritan al compás del furbo algunas expresiones que denotan la profundidad filosófica del sus gregarios pensamientos, véase: góóóóóóóóó, o la tan castiza hijoputa, maricón.

Adoro a esta plebe de intelestuale de tasca, que no son capaces de leer más allá de la tetona del marca o del as. Y a sus aguerridas señoras se les pasa el tiempo preparando el plato de comida de sus machos, poniendo lavadoras o criando niños o, en el mejor de los casos, poniéndoles los merecidos cuernos.

Va por ellos ¡Viva el Cautivo, o er Madrí! Echa un vasovino, pare.