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Sanlúcar: “Mercado de la Devoción”
 
 
 
 
 
 
 
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18 de Abril de 2009

Imagen activaLas Hermandades de Sanlúcar no enarbolan hoy día su devoción, su mesura y su grandeza por vanagloria hueca como antaño, simplemente nos están diciendo que la grandeza, la mesura y la belleza de la Semana Santa se debe a esa competición por dejar los pasos con más adornos y tonterías que el ropero de un payaso 

José Luis Zarazaga Pérez.-Curioso título o forma de comenzar una diatriba sobre la Semana Santa en nuestra localidad. Encontramos dos palabras que pueden llegar a ser afines o estar entrelazadas en su significado: “mercado y devoción”. El mercado se nos define como un conjunto de transacciones, acuerdos o intercambios de bienes y servicios entre compradores y vendedores. En contraposición con una simple venta, el mercado implica el comercio regular y regulado, donde existe cierta competencia entre los participantes.     

La devoción, por el contrario, se define como:  La entrega total a una experiencia, por lo general de carácter místico. Es el sentimiento mediante el cual se expresa el amor a Dios Es también la irresistible atracción hacia una idea, una persona, un rey, un santo,  una persona amada o un ser vivo.      

En Sanlúcar como no iba a ser menos, y teniendo en cuenta que todo lo que suene a fiesta, charanga y cachondeo está matizado por un cierto estandarte económico, se ha trazado  un panorama de lo que significa la Semana Santa en clave de consumo.

Sin entrar a valorar las connotaciones económicas que rodean esta celebración, este acontecimiento sociocultural y el ingente movimiento económico que comporta difícilmente se puede  sustraer ya  de una creciente mercantilización de su entorno y de la creación de todo un mercado. Hasta hace algo más de una década, ese mercado cofradiero quedaba restringido a los enseres e indumentarias propias de quienes participaban en la celebración.

También existía un muy importante flujo económico con epicentro en la hostelería y restauración que dinamizaba notablemente la actividad empresarial local, aunque como algo complementario a una celebración en la calle y con una, digámoslo así, una muy considerable y poderosa  atracción turística .
    

En la actualidad, este mercado cofrade no conoce límites, ni en el comercio tradicional, ni en el virtual, ya que las nuevas tecnologías han propiciado las tiendas en la red con una oferta ingente, variopinta y a veces pintoresca de productos de todo tipo.     Nuestra Semana Santa, supongo que al igual que en otras localidades, ha pasado  de la intimidad y la tradición a la modernidad. Se adquieren las costumbres de fuera, acabando con nuestras tradiciones, con la única finalidad de intentar conseguir un lucimiento que acabara en remedo mamarrachero de otras localidades. Recordemos la pérdida del Cincho para ser sustituidas por otras tradiciones como las que imperan en Sevilla.     

La Semana Santa en Sanlúcar, siempre ha guardado dos o tres retales que impregnan las retinas de aquellos que descubren otras cosas mas allá de nuestras fronteras. Lo de allí está muy bien, pero los desmemoriados han de saber que es de bien nacidos ser agradecidos y que la cuna de nuestro pueblo son sus tradiciones.

En la actual Semana Santa, la nuestra, la que está plagada de capillitas coléricos, la de reverendos bonetes y venerables capillas, la de  los pandilleros, botellonas  y suciedad, se hace cada año aun mas difícil buscar un lugar intimista donde disfrutar aquel momento desconocido para la gran mayoría, lo que año tras año se repite en un oasis en el desierto. Es Sanlúcar, esa esquina no pretendida, esa calle estrecha pero corta, extraña no rotulada en los programas de mano. Es ahí donde puede sonar una "Madrugá" inesperada y el poco público guarda silencio.

El paso aguanta arriba, se mece hasta acompasado, resulta hasta solemne, ceremonial, suave, distinto, y delicioso. Ahí está el sabor de nuestra
Semana Santa, en las curvas imposibles, en las calles alejadas del folclore populista o de esos palcos mamarracheros que han convertido el acto en un Sambódromo a la mayor gloria del Dios Dinero.     Sanlúcar ha perdido  con la mercantilización  la verdadera esencia, que ha sido trocada por presuntas señas de identidad que hoy se llevan a gala como estandartes presentados de orgullo y altanería.     Aunque uno es ateo, no dejo de pensar que la Semana Santa era una magnífica ocasión para mostrar una parte de nuestro esplendor cultural, muestra que al final ha acabado como una manifestación de chabacanería y horterada patrocinada por nuestros gobernantes locales.    

Yo no estoy en contra de la celebración, lo que si creo que deberíamos de plantear es a quien corresponde asumir semejante gasto desorbitado, que yo sepa otras manifestaciones religiosas no tienen el mismo apoyo y hay que reconocer que en España impera la libertad religiosa y por tanto todas tienen que tener los mismos derechos.   

Desgraciadamente la Semana Santa se ha convertido en un desfile de carrozas donde ciertos señores que lo único que quieren es pavonearse delante del público, compiten por quien mercantiliza y adorna más la salida procesional..   

 Yo pensaba que la devoción y la fe eran gratuitas, pero no se que pensarán ustedes de hermandades que le cobran una cuota a todas las personas que van detrás del paso haciendo penitencia..    ¿Pagan las Cofradías impuestos por la ocupación de  la vía publica? Yo tengo que pagar impuestos por mi vehiculo y durante la semana santa me encuentro gran cantidad de calles cortadas y después llenas de cera.    ¿Acaso no tengo yo derecho a andar libremente por las calles sin encontrar obstáculos que impidan el acceso, como son esos palcos que me recuerdan a los toriles?.

Habría que preguntar que piensan los minusválidos y los ancianos que se encuentran mayores dificultades para andar por las calles. Perdón, como dirían : “poderoso caballero es don dinero”, vamos que en Sanlúcar es una tradición  el montar los palcos y no es un cochino negocio.    Las Hermandades de Sanlúcar no enarbolan hoy día su devoción, su mesura y su grandeza por vanagloria hueca como antaño, simplemente nos están diciendo que la grandeza, la mesura y la belleza de la Semana Santa se debe a esa competición por dejar los pasos con más adornos y tonterías que el ropero de un payaso.

 Y como todo tiene una medida, se ha convertido  la Carrera Oficial,  que es simplemente  un camino para llegar a la Iglesia de la O, en un “sambódromo sacro” donde desfilan sin pausa cofradías y nazarenos.     Viviendo todo esto, creo que en Sanlúcar deberíamos de crear la hermandad de San Solbes, motivos no nos iban a faltar ya que viendo como han logrado mercantilizar una manifestación religiosa, acaban con la crisis en cuatro horas.   

El mercado de la devoción en nuestro pueblo parece que no entraña ninguna crisis, total se va a cargar todos los costes al erario municipal y los verdaderos beneficiados no asumirán ningún gasto, para eso está el resto de la ciudadanía, sea creyente o no lo sea.  

Para finalizar termino con las siguientes cuestiones. ¿Si la Unión de hermandades recibe una cuantiosa subvención anual, ¿a que va destinado el dinero recaudado por esa abusiva instalación  de palcos?, ¿cuánto le cuesta al erario público la instalación de dichos palcos y que conste que la adquisición también salió de las Arcas Municipales?, ¿En seguridad cuanto se invierte?, ¿Cuanto nos cuesta la limpieza de las calles?, ¿cuánto cuesta los cambios de tráfico?, y así un largo etc.   

Por último no quisiera dejar pasar las ocurrencias de alguna cabeza bien pensante, que al haber comprobado que los viandantes movían los palcos para poder andar libremente, no se le ha ocurrido nada más que proponer que se anclen los palcos  al suelo, y digo yo ¿por qué no los hacemos de ladrillo y les ponemos una barrita para que se tomen un cubata mientras ven el espectáculo?.       

Sanlúcar es diferente, con perdón.                                

 
 
 
 

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