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Laicismo y laicidad.
 
 
 
 
 
 
 
Laicismo y laicidad. PDF Imprimir E-mail
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18 de Abril de 2009

¡Bendita laicidad que ha puesto a Dios en su sitio y al hombre en el sitio que Dios le puso, como gestor autónomo del mundo que Él hizo para que lo acabara, lo transformara y convirtiera en su digno habitáculo! 

Manuel Gaitero Rosado.-La laicidad, al contrario que el laicismo, implica el respeto más profundo a toda manifestación religiosa del hombre, sin discriminación ni sectarismo. La laicidad no anula la religión del “laico” (es decir del pueblo), sustituyéndola por la religión o filosofía del pensamiento único alienante, del Poder de turno; sino que respeta, acoge, deja su sitio a los sentimientos más nobles que anida en el corazón del ser humano.

La laicidad no conoce “credo”, pero respeta todos los credos.

Jesús de Nazaret puso los cimientos de la laicidad sacando a Dios de los templos, invitando a acogerlo en el verdadero templo dónde Él habita: el corazón del hombre. “Dios quiere adoradores,-decía Jesús- en espíritu y verdad”. “Dios no habita,- decía S. Pablo a los griegos orgullosos de sus templos,- en templos construidos por hombres, -y añadía-

Él no está lejos de ninguno de nosotros, pues en él vivimos, nos movemos y existimos” No le tengo miedo a la laicidad que con frecuencia nos devuelve valores que nunca deberíamos haber olvidado los cristianos. ¿Quién no reconoce que la revolución francesa nos devolvió la bandera de la “igualdad, libertad y fraternidad”? Valores que pertenecen a la esencia del hombre y al corazón del mensaje evangélico. No hay que temer la laicidad.

Pero sí es preocupante el laicismo que, por ignorancia o mala voluntad consciente, utiliza el disfraz de la laicidad, para ir incubando en la sociedad, un modelo de vida que, con apariencia de exaltación del ser humano, oculta su propia destrucción. Es curioso observar que Occidente se ha pasado casi todo el siglo XX mirando y condenando la filosofía marxista de los países del Este, como la peor amenaza laicista contra los valores cristianos, sólo porque desterró de la vida social los signos religiosos.

Pero mientras tanto la Europa y sobre todo nuestro país, considerado“reserva de los valores cristianos” , entregada a las “pretendidas bondades del sistema económico neoliberal” ha ido socavando los valores humanos y cristianos, sometiendo el “Ser” al “tener”, sustituyendo el trabajo honrado como valor creador de la persona y la comunidad, por el “pelotazo” que trae el dinero rápido y fácil, sin el esfuerzo del trabajo. Aquí, de momento, no se envían los signos religiosos a los sótanos, (aún sirven de interés turístico) pero se invita a desterrar, como contrarios a la modernidad, los valores cristianos que construyen el hombre, prohibiendo que sean presentados como configuradores y determinan-tes de nuestro comportamiento cívico y político.

Este laicismo, alimentado por el materialismo del sistema económico actual, que incluso utiliza los signos religiosos como mercancía, mientras trata de liquidar los valores que esos signos religiosos invitan a practicar, este laicismo es más destructor de la persona y de Dios que el impuesto en los países del Este en tiempos pasados.

 

 
 
 
 

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