Como al Piyayo, “a chufla lo toma la gente”, y así el ruido y sus consecuencias han arrebatado la vida a un hombre porque el silencio también “causa un respeto imponente”.

Pepe Fernández.-No se puede justificar esta desproporcionada reacción de una persona contra otra,  como ha ocurrido en Valencia ( ver noticia ) , pero el comportamiento humano es tan irracional cuando se le somete a condiciones extremas, que es más que predecible lo que en el futuro puede ocurrir a cualquiera de nosotros, en un lado u otro de esta batalla que aún está por ganar.

El ruido está presente en nuestras vidas y en casi todos loas ámbitos se ésta si excluimos los monasterios o conventos de clausura, y su repercusión, cuando se agrede a otros, no va más allá de unas quejas o reclamaciones a los organismos pertinentes, que en la mayoría de los casos hacen caso omiso de estos vecinos “tiquismiquis y  pejigueras” y desde luego la policía difícilmente se acercará, denunciará de oficio  o sancionará a los infractores.

Y es que cuando se habla de ruido también hay clases. La prensa difunde con asiduidad aquellos de las botellonas, discotecas, aeropuertos  y tráfico pero difícilmente, si no es que hay sangre de por medio como es el caso, tomarán en cuenta el sufrimiento de los vecinos que tienen que soportar año tras año de sus vidas al cromañon de turno con su potente "home cinema" o la música a toda pastilla a altas horas de la madrugada  y con las ventanas abiertas en verano.

Creen la mayoría de los ciudadanos, me refiero a los cromañones, que en sus casas pueden hacer lo que les vengan en gana, o lo que  “se me ponga en los cojones” que es la respuesta a la petición del vecino de turno para que le deje dormir bajando el volumen de la música, tele, o que no use el trompo eléctrico a esas horas intempestivas.

Pero no creamos que sólo son estos cromañones a título individual los que perturban la paz y tranquilidad de sus convecinos, porque instituciones tan renombradas y populares cercanas a la Iglesia y la misma Iglesia, en la mayoría de los pueblos de nuestra piel de toro, - en Sanlúcar pasan de la media nacional- usan discrecionalmente el lanzamiento de cohetes para festejar cualquier cosa por nimia que parezca sin importarles un bledo a quien puedan agredir acústicamente, “porque siempre se ha hecho así”, otra línea argumental defendida por los que son aparentemente  más educados pero no por ello más cívicos.Podemos sufrirlos durantes horas y horas con sus explosivos en cualquier romería de la ciudad.

En Sanlúcar, además de los anteriores, existe un flagrante incumplimiento de las ordenanzas municipales medioambientales por parte de los responsables del campo de golf de Martín Miguel que hacen atronar sus “avisos acústicos” a sus golfistas para empezar el juego a las 9 de la mañana  de los sábados o a las cuatro de la tarde de un domingo o festivo, despreciando, en beneficio de sus golfistas, a todos los moradores de Martín Miguel. Además, a estos señores les dan por cambiar las vulgaridades cargadas de testosterona por la concluyente afirmación de que se hace así “porque es la tónica en toda la zona???”.

Lo de los salones para bodas, legales, ilegales, clandestinos, etc. esparcidos por toda nuestra geografía sanluqueña, tampoco tiene nombre. Alguien se casa y lanza cohetes para celebrarlo, ellos y todo Sanlúcar, en una radio de dos kilómetros.

Total un día es un día, ....de boda, otro de comunión, otro de partida de golf, otro de  procesión, otro de botellona, y suma y sigue.

Mención especial también para los coches discotecas estacionados o en circulación y las motocicletas trucadas con escape libre.

En el año 2008 la policía local de Sanlúcar tuvo 18.153 actuaciones de toda índole incluidas las de tráfico, y ninguna de ellas, salvo error u omisión,   contra la contaminación acústica de vecinos,  vehículo u otros.

¿ Por qué es de obligado cumplimiento participar en la música que no me gusta, la tele que no sintonizo, el deporte que no practico o la fiesta religiosa o civil que no se me apetece?

¿ Cuál es la razón por la que tengo que soportar los decibelios que destrozan mi salud?. Sólo encuentro una razón: la falta de respeto por el otro, aunque podríamos también añadir el interés económico como otra de las causas, tal es el caso de Martín Miguel. Si le gusta la tranquilidad y el relax ya sabe donde no tiene que venir a  vivir.

El ruido sigue siendo La Cenicienta del medio ambiente en España, por eso “ a chufla lo toma la gente”... y los que tienen que legislarlo, aplicarlo y sancionarlo.

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