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¿Qué la pasa a esta ciudad?
 
 
 
 
 
 
 
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28 de Junio de 2009

No sé si vamos a tener que decir de Sanlúcar aquello que decía Antonio Machado de Sevilla: “Algunas veces, que bonita es Sevilla sin los sevillanos”, y en que sentido, lo deberemos decir.

Fernando Hernández. ¿Qué pasa en esta ciudad? Políticos que se convierten en sindicalistas; asociaciones de vecinos que se convierten políticas; empresarios que se convierten en trabajadores y lideran manifestaciones; empresarios que no innovan, ni siquiera para tener una calificación administrativa después de muchos años en el sector de la construcción; una nueva junta de la asociación de empresarios encabezada por personas del sector inmobiliario, con la que nos ha caído. Sí, ¿Qué le pasa a esta ciudad?

No se puede, con la fuerza de alguna representatividad o no, hacer legal lo ilegal: viviendas, empleo, procedimiento administrativo, etc. Se puede debatir, se puede dialogar, pero la ley  es para todos, hay que cumplirla.

La participación ciudadana en los asuntos públicos es positiva desde muchos puntos de vista, pero no debemos olvidar que, sea por falta de educación democrática o por individualismo exacerbado, una buena parte de nuestros ciudadanos no están dispuestos a dedicar tiempo y energías a los asuntos colectivos. De esta forma, y sin perjuicio de seguir trabajando para ir dando la vuelta a este tipo de situaciones, puede darse la paradoja de que algunas decisiones tomadas mediante procedimientos “participativos” acaben siendo menos democráticas que si hubieran emergido directamente de los representantes electos.

Por ejemplo, imaginemos un municipio donde el procedimiento de recogida de basuras y la financiación de este servicio habían sido objeto de polémica. El consistorio había decidido implementar la recogida de basura en base al número de bolsas generadas en cada hogar o comercio. La medida había sido mal acogida por parte de algunos ciudadanos, de forma que diversos vecinos optaron (como acto de protesta) por tirar sus basuras al municipio vecino. En éstas vinieron unas elecciones, el Gobierno Local cambió de signo, tras lo cual el nuevo Alcalde decidió organizar una consulta popular al respecto. Pues bien, a pesar de los antecedentes (el debate político, la conflictividad…..), sólo un 14% de los vecinos con derecho a voto participaron en esa consulta. Sin cometarios.

 Una ciudad como esta,  que parte con ventaja: su emplazamiento, al estar en el vértice de un triangulo conformado por Cádiz, Sevilla y Huelva, una zona vital, geográfica, climatológica y en todos los sentidos única. Un paraíso, con un clima privilegiado, con una vitalidad, con una luz. ¿Qué nos está pasando? ¿Qué nos ha pasado? ¿Qué nos pasará?

Se han puesto medidas en marcha contra la crisis, en un ejercicio de responsabilidad política imprescindible en un momento duro para todos. Es verdad que el desempleo es elevado. A pesar de algunos datos alentadores y que la crisis parece estar tocando fondo no podemos afirmar que el problema fundamental que ella origina, el paro este solucionado. Por lo tanto no hay tiempo que perder. Cada de una de las personas paradas en Sanlúcar, cada una de sus incertidumbres y temores, es una razón para que hoy nos pongamos de acuerdo.   

Pero hay que aparcar la dialéctica habitual de confrontación política y trabajar codo con codo para ser capaces de aunar voluntades y esfuerzos contra la crisis económica  en Sanlúcar, sino muchos ciudadanos no van a entender algunas posiciones.  Hay que enviar a la ciudadanía el mensaje que están esperando de los políticos, un mensaje de cercanía, de esperanza y de responsabilidad.

Haber si somos capaces de hacer un “pacto” (social, económico, de convivencia, de respeto…..) por Sanlúcar, y se pacto no necesita tantas reuniones, ni consensos ,  ni estar por escrito, ese pacto es arrimar el hombro día a día sin poner obstáculos, sin engañar al ciudadano y es un pacto de todos.

 La mayoría de los sanluqueños y sanluqueñas ya han decidido quien los gobierne, y lo han decidido donde se tiene que decidir, en las urnas, han decidido quien tiene que llevar el timón, los demás tienen que esperar, a que los sanluqueños y sanluqueñas decidan quien pilota la nave de nuevo. Lo que ha pasado es que otro cuando han tenido poder para pilotarla, ha hecho de ella lo que paso con el Titanic,  la han hundido.

Tenía que ocurrir tarde o temprano, ya los ciudadanos empiezan a cansarse de tibiezas y medias tintas para empezar a apostar por un discurso político que traduzca el liderazgo rotundo que reclama esta hora difícil. Y Sanlúcar, hay que reconocerlo, desde hace tiempo no había tenido un liderazgo rotundo, y ahora al parecer lo tiene, y hay que darle su margen de confianza y tenemos que aprovecharlo. Los ciudadanos, agobiados por la crisis demandan posiciones definidas, claras, incluso terminantes, que desde un principio permitan vislumbrar soluciones en lugar de entretenerse en entelequias. Izquierda o derecha si, pero sin adobos, la ideología “existe”, en lo local, en lo autonómico, en lo estatal y en lo europeo.

Cambiar las cosas, ese es el nuevo objetivo. Un crisis es un escenario demasiado duro para acoger sobre él la comedia y demagogia política, de modo que los ciudadanos están optando, al parecer, por un modelo en el que el cambio real venga garantizado de fábrica y con su formula bien a la vista. La calle pide un discurso simple y voluntario. Está hasta la coronilla de palabras vacías.

 
 
 
 

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