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Don Prats de Sanlúcar.
 
 
 
 
 
 
 
Don Prats de Sanlúcar. PDF Imprimir E-mail
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28 de Agosto de 2009

Imagen activaCapítulo VIII: Del buen suceso que el valeroso don Prats tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento, con otros sucesos dignos de feliz recordación por ser parte integrante de tan movidos Plenos Municipales.

José Luís Zarazaga Pérez.-Antes de comenzar esta pequeña diatriba literaria, pedir disculpas por tan extensa aclaración o acompañamiento del título, pero como dirían en mi pueblo: “más se perdió en la guerra de Cuba y vinieron cantando”. Creo que nuestro Quijote particular merece tan esplendoroso y alegre  comentario. 

Nuestra historia comienza en un lugar de la Sanlúcar, de cuyo nombre, aunque no quiera, tenga que acordarme,  no hace mucho tiempo que pulula un político de los de oratoria en astillero, demagogia antigua, nada falco, con perdón,  y muy hablador...   Por supuesto, no se trata de Don Quijote de la Mancha, esa historia fue fruto de un escritor universal, aunque publicada su primera parte a comienzos de 1605 y prolongada en una segunda parte en 1615, siempre la he definido como la obra más cargada de actualidad que se ha escrito, ya que es una obra que se adelanta al tiempo que le toco vivir a tan insigne autor. “Don Miguel de Cervantes y Saavedra”.y si no me creen sigan leyendo, por favor.  

En el caso que nos ocupa, se trata de las aventuras de nuestro amigo Don Antonio de Sanlúcar y su fiel escudero, Sancho Cañas. Siguiendo con la descripción de nuestro personaje, tenía la edad de unos 50 años, no era de complexión enjuta, un tanto recio, gran orador y amigo de la demagogia más desmesurada. Se suele decir que tiene el sobre nombre de Prats o San Antonio, como algún articulista suele llamarle, aunque en esto hay alguna diferencia entre los autores que de sus andanzas escriben, aunque por ciertas conjeturas verisímiles habría que llamarle Azote Opositor. Pero todo esto nos importa poco en  nuestro cuento, nos basta con que en la narración de lo hechos acaecidos no se salga ni  un punto, ni una coma,  de la verdad.   

Andaba nuestro singular personaje buscando la forma de azotar al terrible Equipo de Desgobierno y no encontrando agujeros en las calles a causa del terrible encantamiento que había proyectado el temible Gigante Zapatero y su desconocida  arma conocida como Plan E.

En esto, descubrieron en la cercana localidad de Chipiona la figura imprecisa de trescientos molinos  de viento que se proyectan en aquel mar; y, así como don Prats de Sanlúcar los vio, dijo a su escudero Sancho Cañas: “La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear, porque ves allí, amigo Sancho Cañas, donde se descubren trescientos , o pocos más, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos el sillón, con cuyos despojos comenzaremos a gobernar; que ésta es buena campaña electoral, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente del Salón de Plenos”-¿Qué gigantes? -alegó Sancho  Cañas.-Aquellos que allí ves -respondió Don Prats de Sanlúcar - los del apego al asiento, que visto lo visto no nos van a dejar ni sentarnos antes de la jubilación.
-Mire vuestra merced -respondió Sancho Cañas- que aquellos que allí le  parecen gigantescos molinos, son simplemente concejales del Equipo de Desgobierno, y en lo que parecen aspas, son  los brazos que levantados en los plenos bloquean todas y cada una de sus intervenciones, haciendo así funcionar el rodillo del Ayuntamiento.
Bien parece -respondió don Prats de Sanlúcar - que no estás cursado en esto de las diatribas políticas: ellos son gigantes; como tienes miedo, hala ahí calladito en el Pleno, que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual oratoria.     

Y, diciendo esto, dio de espuela a toda su demagogia, incluyéndose en una plataforma antieólica y si atender las voces que su lugarteniente Cañas  le daba, advirtiéndole que, sin duda alguna, serían próximos molinos de viento, aquellos que pensaba  acometer. Pero el iba tan puesto en la idea de que era un tema que destruiría a esos terribles gigantes, llamados concejales, que no se dio cuenta de que ni siquiera era un asunto que incumbiera a nuestra localidad, ya que está fuera de nuestro término municipal.  

Ahí que los acometió con la mayor de las fuerzas: “viles concejales, quiero vuestra cabeza, tu Víctor al igual que Gargantua, Pilar como Morgante., el terrible Juan como Malambruno, el que tanto lo decepcionó, Alhambra como Fierabrás y como no el peor de todos por ser el que encabeza dicha concentración, la terrible Irene, el Gigante de los cien brazos, Brocabruno.  

Dentro de su estilo, inició el ataque, las voces eran feroces y gritaba. “no calléis viles criaturas, que un solo miembro de la oposición es capaz de acometer vuestras deslealtades, ya que habéis enchufado a familiares y creado un caos de tráfico con las obras, con no contar que gratificáis a ciertos trabajadores y no digo nada de que yo si meto el coche en el palacio, que si no se me jode el invento.”Se levantó, en esto un mar de brazos  y las grandes voces comenzaron a replicar: “es que nunca vas a estar contento, ¿qué paremos las obras en verano?, ¿acaso no tienes un familiar como funcionario de empleo?, ¿será que lo único cierto es que hemos dejado en paro al inspector de baches y jaramagos?, lo sentimos profundamente, dicho esto comenzaron a votar, lo cual visto por nuestro Don  Quijote Prats, dijo:”Pues, aunque votéis  más veces en contra de mis mociones,  que el tamaño del  gigante Briareo, me lo habéis de escuchar.

Y, en diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su Santa Patrona de los Tránsfugas: “Sor Berengüela”, pidiéndole que en tal trance le socorriese, con la demagogia  en el ristre, arremetió contra todo lo que sonara a Público, ya que es la ruina de nuestra localidad, curiosamente se volvió la UGT con tanta furia, que hizo toda su demagogia pedazos, llevándose así por delante todas las imprecaciones y maldades acometidas contra el funcionario y trabajador municipal. Acudió Sancho Cañas a socorrerle, a todo  correr  y cuando le vio, por una vez le gritó: “
-¡Válgame Dios!, ¿no le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que los molinos de viento estarán en Chipiona, y que aquí no hay gigantes, sin concejales, ¿es que acaso le ha afectado el viento de los  susodichos molinos?   

Calla, amigo Sancho  Caña -respondió don Prats de Sanlúcar-, que las cosas de la política, más que otras, están sujetas a continua mudanza; cuanto más, que yo pienso, y es así verdad, que aquel sabio Frestón el de las grandes urnas,  que me robó el poder gobernar  y los votos, ha vuelto estos gigantes en humildes concejales por quitarme la gloria de su vencimiento. Tal es la enemistad que me tiene; mas, al fin y al cabo, han de poder poco sus malas artes contra la bondad de mis mociones.Y, ayudándole a recuperarse, tornó a darle un caramelo, para que recuperara el habla.

Y, hablando de la recientemente   pasada aventura, siguieron el camino de la sede de la Calle San Juan, porque allí decía don Prats de Sanlúcar,  que no era posible ser contradicho. Allí hallaría  muchas y diversas formas de enfrentarse a tan horrendo equipo de Desgobierno y sus terribles aliados.  

Aquí finaliza tan terrible enfrentamiento, y por supuesto creo que continuará, ya que no creo que nuestro Don Prats de Sanlúcar finalice diciendo. “ya estoy curado muera la Política local, me inhabilito y dejo al pueblo descansar”   

En fin colorín, colorado, esta historia no ha acabado. 

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