En política como en la vida, la memoria es la pieza angular sobre la que pivota la suerte del embustero. La línea que separa el éxito del fracaso es tan delgada que cualquier desliz puede dejar al descubierto los endebles cimientos sobre los cuales se comienza a construir la que al fin y a la postre será su carta de confesión.Por lo tanto estamos ante una especie que lejos de su extinción perdura en el tiempo, y que da cobijo a toda clase de vagos con carné que dedican sus ratos libres (que son muchos) a elucubrar falsas conspiraciones judeomasónicas que suelen acabar con la in gesta de tranquimacines adobados en Cruz del Campo.Sin lugar a dudas amigo lector que a estas alturas te estarás preguntando a que viene esta perorata, pero como toda introducción que encuentra su sentido en el contenido y su desenlace, ésta no podía ser menos.
La memoria comienza cuando uno empieza a recorrer el camino que otros ya anduvieron antes, pisas las mismas lozas, subes los mismos escalones y a veces hasta te sientas en los mismos sillones en los que otros, antes que tú, situaron sus posaderas para intentar hacer las cosas lo mejor posible dentro de su leal saber y entender. A esos la memoria ya los recuerda de maneras muy diferentes.La memoria forma parte de nuestro intelecto, de nuestra forma de entender la vida y sobre todo de nuestro caminar diario. La historia es cíclica y se termina por repetir, por eso aprender del pasado te evitará en el futuro tener que pasar por el mismo camino, y sino que se lo pregunten a la serpiente que de tanto dar vueltas termina por enroscarse en si misma para terminar matando todo lo que tiene a su alrededor. Si la memoria no funciona, tienes un problema, pero si la tienes y no la usas tienes muchos más.En política, las artes disuasorias que habitualmente utilizan los profesionales de éste arte, suelen ir acompañadas de una amnesia que más pronto que tarde termina por jugarte una mala pasada. Son tantas cosas, estás tan estresado que en el momento menos esperado alguien te hace una pregunta inesperada y termina con tu embuste un millón. En ese momento sientes como esa mentirijilla que tanto habías mimado, a la que tanto tiempo dedicaste, a la que vistes nacer de tus entrañas; si aquella que te dijo por primera vez ajooo; se queda atrás como si hubiera sido un mal sueño de una noche de verano.Dicen, los que vivieron esta traumática experiencia, que el vacío que te deja su ausencia es tan grande que nunca más, por buena que sea la siguiente historia, vuelves a sentir esa especie de ensoñación en la que terminan viviendo los usuarios de tan malas artes. Es entonces cuando alguien escribe un artículo como éste y te deja pensando toda la noche. Pues eso. Buenas noches y buena suerte.
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