Cuando se pierde un ser querido nos hacemos preguntas y vamos entendiendo que la vida tiene ciclos, y aceptamos las cosas que ocurren, deseándolo o no. Fernando Hernández.-Nacer y morir es lo natural, pero cuando a alguien cercano le llega la hora, parece que no estamos preparados, como si fuera algo que no nos puede ocurrir, como si fuera algo ajeno a nuestra condición de ser humano. Cuando nos pasa, nos preguntamos por qué no hemos disfrutado más de esa persona, por qué no aprendimos más de ellas, nos hacemos muchas preguntas.
Más, cuando no hace mucho tiempo, eran personas activas, con sus manías, pero normales, y de pronto empiezan a andar mal, al poco tiempo hablan con dificultad, y vas viéndolo peor sin saber que hacer y, sobre todo, desconocer como le afectaba en su dolor personal. Cuando al final se va, queda una pena y un alivio, por él, por todos. Pero existe una sensación rara como si nada hubiera pasado, como si todo hubiera sido una pesadilla. Cuando alguien cercano se va para siempre, en el plano físico, uno se hace más viejo, por proximidad, por sentir de verdad que esta vida pasa y que todo es un ciclo de nacimiento y muerte. Quizás lo más importante sea permanecer en los que te han querido, esa permanencia quizás, signifique inmortalidad.
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