No hay más que mirar hacia el balcón de la biblioteca en la mismísima plaza del Cabildo y ver como ondean dos pancartas: una a favor y otra en contra del discutible proyecto del mercado, ¿o no?;Jota Siroco.-Hay pueblos en los que los políticos, cuando ganan unas elecciones, se creen que les ha tocado la lotería, que han recibido una herencia o que han entrado de becarios en la Gurtel y por arte de biribirloque empiezan a utilizar los dineros comunes y las propiedades públicas, como si fueran suyos de toda la vida.Por ejemplo: a este, porque es amigo de mi primo, le autorizo a hacer un garaje y a este otro, porque se lleva regular con mi hermana, se lo prohíbo, esta casa la tiro porque me quita la vista del mar y esta otra la reconstruyo porque allí vive tita Amelita que, como todo el mundo sabe, hacía el gazpacho como nadie, etc.
Eso pasa en muchos pueblos, aquí en Sanlúcar no, bien lo sabe Dios: aquí, si se cortan las calles, por obras o porque pasa una procesión, se hace con un plan prefijado y por eso ni hay atascos, ni nadie anda dando más vueltas que una reolina para llegar desde la Calzada hasta el hospital y volver, tras un breve y educativo rodeo turístico por el Barrio Alto, Quinto Centenario, etc,; aquí se respeta hasta la última piedra de los edificios centenarios y por eso en Sanlúcar vuelve uno tras veinte años de ausencia y sigue siendo lo que siempre fue: los cascos de bodega están en su sitio y no han sido reemplazados como en otros pueblos salvajes por apartamentos, las casas tradicionales se han rehabilitado una tras otra, ahí está como muestra la Casa Arizón guardando entre sus viejas paredes renovadas leyendas de suicidios blasfemos, la plaza de abastos permanece como zoco centenario, porque aquí se respeta todo y si no es así, cosa que dudo, a las personas que están en contra se les permite manifestar su opinión, no hay más que mirar hacia el balcón de la biblioteca en la mismísima plaza del Cabildo y ver como ondean dos pancartas: una a favor y otra en contra del discutible proyecto del mercado, ¿o no?; aquí si se critica la actuación puntual de un concejal, nadie se enfada, porque en Sanlúcar los concejales no están acostumbrados a la adulación de sus agradaores, sin embargo en otros pueblos más atrasados, un plumilla se atreve a decir algo en contra de una actividad municipal, y el edil/a se lo toma como una ofensa personal, ¡hay que ver!. Pues eso, que esto es una paraíso…cada vez más perdido, pero paraíso al fin y al cabo.
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