El Comandante en Jefe del ejército bolivariano parece que ha dado con la tecla para acabar con la crisis: terminar de una vez por todas con los gordos. Jota Siroco.-Al parecer los gordos son un peligro para la república: primero porque zampan sin ton ni son, segundo porque no están preparados para atacar con prestancia bolivariana a los colombianos felones, tercero porque no hay dios que les haga entrar en los tanques y cuarto porque los zampabollos hacen imposible el uso de la aviación y menos aún el de los paracaídas.
Menos mal que Chávez no es, por ahora, el caudillo mundial de la revolución bolivariana, porque si no andarían bastante preocupados muchos que yo me sé, por ejemplo, el gordo espíritu de Pavarotti, el craso espíritu de Buda, los gruesos habanos de Winston Churchill, las felices gordas de Botero, el orondo Dios argentino, es decir, Maradona, nuestro pobre Sancho Panza, y hasta el mismísimo Papá Noel, que es un morcón bueno y con pedigrí. Tal vez el comandante en jefe del ejército bolivariano se ve a sí mismo como el propio Simón Bolívar: más escuchimizado que un clarinetista, pero alguien debería decirle la verdad y yo se la voy a decir: ¡Chavez estás más gordo que Stand Laurel, Demis Roussos, Falete y el cantante de los Mojinos Escocíos juntos!. También alguien debería decirle que Hitler estableció un campo de concentración especial para judíos y gitanos gordos con el fin de fabricar jabón y cremas cosméticas para las muchachas alemanas, arias por supuesto. No es por nada. La verdad es que a mi los caudillos, vengan de donde vengan, me parecen ridículos, no porque sean gordos, como Chávez, que suda con lustre de foca, como Franco, que amén de ser gordito tenía voz de vicetiple gordita, como Mao que además de rollizo se empeñaba en llamar a todo el mundo tigre de papel, él decía “tigle de papel”, como Idi Amin que era rechoncho porque siempre acababa comiéndose a sus opositores, como Mussolini que no era más ceporro porque no se lo permitían los correajes y las medallas…en fin, que a mi los caudillos me resultan ridículos por el hecho mismo de ser Caudillos. No hay nada más ridículo que Franco ejerciendo de dictador en Londres, Mao presentando su librito en Nueva York, Idi Amin comiéndose a Gasol como si fuera una cigala…pero lo peor de todo es que, si Chávez triunfa en su campaña contra los gordos, capaz es de acabar hasta con el Gordo de Navidad y eso, amigos míos, no tendría perdón.
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