Las calles grises, sin la vegetación arbórea ni jardines, se han convertido en los peores embajadores del mayor de los desatinos urbanísticos. A este desarticulista lo único que le provocan es una sensación de desesperanza social.

José Luis Zarazaga.-Siempre se ha dicho que aquellos que amamos la historia solemos  evocar momentos del pasado. Hoy, este su humilde desarticulista, trae a colación aquellas palabras que atribuyen a Carlos I cuando visitó la barbarie que se había cometido en la Gran Mezquita de Córdoba: “Yo no sabía que era esto, pues no hubiera permitido que se llegase a lo antiguo, porque hacéis lo que puede haber en otras partes y habéis deshecho lo que era singular en el mundo”

Nuestro pueblo tenía un encanto especial, que desgraciadamente casi cinco siglos después ha entrado en la destrucción de toda singularidad. Eso si, algunos aprendices de político aunque no sean siguen con su discurso huero y vano intentando a toda costa alcanzar el poder que las urnas le negó en un pasado aún reciente.

   No queriendo entrar en polémica, ya que no es mi estilo, vamos a seguir con un tema que nos preocupa a parte de la ciudadanía. Echemos una ojeada a lo que se ha construido con los primeros millones del Plan E,  que estos aprendices de político han tenido a su disposición.

   Las calles grises, sin la vegetación arbórea ni jardines, se han convertido en los peores embajadores del mayor de los desatinos urbanísticos. A este desarticulista lo único que le provocan es una sensación de desesperanza social.

    Los proyectos de construcción de estas calles y plazas que se nos vendieron como  auténticas maravillas, han acabado siendo ejemplos claros de   la monotonía y regimentalización. Se está  sellando a cal y canto las perspectivas de una ciudad plena de vitalidad y dinamismo; estas reformas cargadas de lujo, que teóricamente debían mitigar la sordidez y las carencias de nuestra localidad, ha pasado a convertirse en un escaparates de una insípida vulgaridad. Ejemplo de mal gusto e ignorancia el alumbrado de la Calle Santo Domingo y Barrameda”, sin palabras, esta última parece la instalación del tan prometido tranvía. Y no precisamente el llamado deseo.

   No pienso hablar de nuestros centros culturales, ya habrá tiempo; en los cuales es difícil encontrar una buena biblioteca; o los denominados como  centros cívico-recreativos, cuidadosamente evitados por todo el mundo a excepción de los vividores de turno, esos que no tienen tantos remilgos como los demás para escoger sus lugares de esparcimiento; amén de los centros comerciales, del cual será un ilustre ejemplo algún día el nuevo Mercado de Abastos, imitación sin lustre de los supermercados suburbiales y de todos esos paseos que no vienen de ningún sitio y no van a ninguna parte, pero que tampoco exhiben a ningún paseante; y esas entradas que destripan a nuestra ciudad..  

Señores políticos que nos desgobernáis, la actuación de nuestra magnifica Gerencia de Urbanismo  no es reordenar nuestra localidad. Esto es, simplemente, saquearlas de todos sus valores que la hacen única.

Para finalizar recordar que el pueblo no es tonto y aunque nuestra querida gerente de urbanismo se piense que es daltónico, yo no creo que sea así, pero además tendré que admitir que dos años no es tiempo para olvidar las barbaridades cometidas en épocas anteriores, pero que tampoco es nada de tiempo para olvidar aquellas manifestaciones donde se encadenaron frente a la Casa Marques de Arizón.

   No se trata de un olvido, para recordar los hechos estamos los historiadores, se trata de una rara cualidad de todo aquel que quiere alcanzar el sillón a toda costa, se define como memoria selectiva, aunque otros lo definen con la idea de que somos tontos y nos tragamos todas las trolas.

   En fin: ¡Que razón tenías Carlos, cinco siglos no son nada!