La rotonda olvidada
José Antonio Córdoba.-Quiero nuevamente rescatar del olvido, un artículo llamado “La fuente de las Lágrimas”, pues después de dos años aproximadamente la entrada principal de Sanlúcar, sigue presentando el mismo estado lamentable de olvido.
Siempre quisieron que su pueblo mejorase. Siempre quisieron sentirse los importantes del entorno. Siempre quisieron, hasta que estuvieron, allí, donde antes habían estado los otros. Ahora no se acuerdan de cuanto quisieron querer.
Antes, todos ellos que querían, lloraban en las esquinas, plazas y fuentes de su pueblo. Hoy son estos los que ven con silencio y complicidad, como los ojos que ante les lloraban se van secando como nuestros pantanos.
Ahora su proyecto de ciudad rebosa de felicidad. Tiene de todo, tanto tiene que se les ha olvidado terminar la Fuente de las Lágrimas. ¿Ya pa qué?, si hemos conseguido borrar la memoria de hace setenta años, podremos borrar un recuerdo de hace unos meses.
Pero ella sigue allí, viendo como diariamente la rodean gentes de su entorno y foráneos. Todos la miran pero nadie la atiende, ella, tímidamente, trata de engalanarse con ese tenue velo blanco que le dejaron un buen día, y que el viento día tras día trata de arrebatarle.
Nadie la quiere, nadie la cuida, nadie la engalana para que refresque a sus vecinos. Se ha convertido en la gran olvidada de un grupo de buenas intenciones que volaron, quién sabe ¿qué?
Esperará como otras obras de su entorno, para que un viento del norte la borre del lugar. Así todos exaltados por el hecho, clamaran a los dioses la cabeza de los culpables. Pero claro, son piedras, ¿a quienes les importan unas piedras o un poco de hormigón?, en una ciudad donde los baches y socavones, abundan más que las zanahorias.
Pero qué le vamos a hacer, es Sanlúcar. Allí donde, cada día que amanece, se olvida las cosas del día anterior. Más que una ciudad parece las páginas de un noticiero donde, las noticias solo impactan si incordian a alguien, y donde ese alguien, solo tiene quince minutos o un pie de página según el rango o las idioteces que suelta.
Pero que sería de Sanlúcar sin esos quince minutos, o sin columnas como estas.
