Ser leal en política es sinónimo de honradez. Uno está comprometido públicamente con aquello que libremente acepta. Este es el principio fundamental de la democracia participativa. Una política ajena a lo anterior, puede ser útil en breve tiempo, pero, a buen seguro, ineficaz y suicida a medio y largo plazo.

Fernando Hernández.- Algunas veces cuando escribo, suelo enviárselo algún amigo o amiga para ver que le parece. Esta mañana cuando termine de escribirlo, se lo mande a un amigo y compañero de partido, y su respuesta “muy amable” lo decía todo. Lo encontraba difícil de entender y había que leer mucho entre líneas. El tema iba sobre lo sucedido esta semana entre PSOE y CIS por la solicitud-amenaza de aplazamiento-asistencia del Pleno Ordinario. Total que no lo manden, y pensé, luego lo repasaré. 

Pero ende ahí, que estaba paseando esta tarde,  y un miembro del CIS con cargo en su partido, al que conozco hace muchos años y le tengo en buena consideración,  me increpa un poco molesto: “no calientes más”. A lo que le pregunto a que se refiere y me dice: “me han dicho que estas calentado a tus compañeros de tu partido, a través del facebook, en relación a lo sucedido esta semana, la no asistencia del CIS al Pleno”.

 La verdad que lo que publique en el facebook, que por cierto utilizo poco, de hecho es el primer comentario que hago, fue poner un enlace a la nota de prensa del CIS en Sanlúcar Digital, y mi cometario fue: Hay cosas que se deben hacer en política y otras no.”

 

En primer lugar, quiero decirle al militante del CIS que yo soy muy respetuoso con mi propio partido, en él se eligieron a una serie de personas, que ratificadas por los ciudadanos, al igual que vosotros, son los que tienen la responsabilidad de gobierno municipal, a través de un pacto de gobernabilidad. Por lo tanto yo no tengo que calentar a nadie y menos en un partido con tantos años historia, donde ya hace mucho tiempo cada uno de los militantes, sabemos lo que tenemos que hacer, cuando y donde.

 

En segundo lugar, el cometario de este miembro del CIS, me ha hecho pensar que habría hecho yo si tuviera responsabilidad de Gobierno en el Ayuntamiento, y lo tengo muy claro: un “Decreto” cesando a los tres concejales y todos sus funcionarios de empleo, el mismo día de la comunicación en prensa de que no asistirían al Pleno. Pero como no tengo responsabilidad de gobierno, solo soy un militante de base, respetaré la decisión que mis compañeros en la institución municipal tengan a bien tomar. Este o no de acuerdo con la misma. Porque entiendo que desde el Ayuntamiento no se puede gobernar solo con el corazón, sino también con la cabeza, y ellos, mis compañeros y compañeras, tienen más elementos para decidir que es lo que le conviene al partido, al pacto de gobierno y al presente y futuro de los ciudadanos, que es lo más importante. 

 

La lealtad es una virtud en política. Seguramente una de las más importantes,  escasamente practicada por muchos, pero afortunadamente practicada por unos pocos. Ser leal es contribuir con inteligencia, oportunidad y honestidad al buen funcionamiento de las instituciones que representas. Lealtad es hacer aquello con lo que uno se ha comprometido, aun con circunstancias cambiantes y adversas. Por lo que la deslealtad representa una perdida de valor moral.

 

Si alguien está en un proyecto político “lo que se espera en ese proyecto político es que se sea leal”. Y no actuar, con la agravante, de utilizar los medios para escenificar la deslealtad a un pacto y a los ciudadanos a los que se representa.  

 

La lealtad implica otras virtudes, que con ella se relacionan, como por ejemplo el ir con la verdad por delante. Tener el valor de decir la verdad es un modo de practicar la lealtad, para consigo mismo y también para con los demás, si se hace con ánimo de servicio, sobre todo público.

 

No debe ser muy sano estar en un partido que piense más en las personas que en las ideas. La falta de lealtad política que ha ocurrido esta semana por parte del CIS es una profundad deslealtad a su socio de gobierno, pero sobre todo deslealtad a los ciudadanos a quienes gobiernan. Aprovechar una huelga general contra las mismas siglas de sus compañeros de gobierno municipal, para justificar o representar “un desmarcarse” ante la opinión publica, después de tres años y cuatro meses de gobernar juntos, me parece una deslealtad imperdonable.

 

Tiene todos sus derechos, pero por las formas, es una grave falta de lealtad. Ir a los medios para plantear una “acción-amenaza” y cumplirla, debe tener sus consecuencias.