Observando el avance de nuestra sociedad, aún se me hace más difícil imaginarme una humanidad, sin leyendas, sin pasado, sin valores que nos han forjado como nación.

José Antonio Córdoba.-Nuestro territorio es rico en leyendas, casi inalterables al paso de los siglos. Es difícil no encontrar un rincón por muy perdido que éste se encuentre donde no aparezca un ápice de nuestra historia.

Muchas veces al tratar el tema de la Orden Temple, se me viene a la mente, ¿qué motivo que pasaran de una realidad tangente a una leyenda ancestral? Y digo bien, ancestral, pues estas leyendas que rodean a los monjes-guerreros, los has superado en cronología, tanto hacia atrás como hacia adelante.

Cada vez tiendo a dar más crédito a la creencia particular de que estos hombres de Dios, sobrepasaron los límites entre pasado, presente y futuro. Fueron capaces de recoger y asimilar las historias, tradiciones y leyendas paganas, sumarlas al cristianismo y enriquecer sus vidas.

Claro está que me refiero a los hermanos primigenios de la Orden, los que realmente comprendieron el valor de no rechazar sistemáticamente, el conocimiento de sus antepasados y de los pueblos por los que pasaron o habitaron.

Queda patente en sus inicios que los Caballeros del Temple, poseían algo no físico sino espiritual, que los hacía especiales ante amigos o enemigos, recibiendo la envidia de los primeros y la admiración de los últimos.

¡Es verdad!, que esto que digo solo son conjeturas y planteamientos personales. Pero si es cierto, que no existe mayor tesoro para una civilización que la cultura. Aunque desgraciadamente el ser humano es más ignorante de lo que aparenta y sigue conservando un grado elevado animalismo en sus adentros.

Pero peor son los que quieren cultivarnos con una cultura inconclusa y decadente, con un analfabetismo sumergido, etiquetado de nueva cultura para los jóvenes.