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13 de Diciembre de 2010
Hay veces que tenemos malos sueños. Pero cuando despiertas y ves que la realidad es todo lo contrario de lo delirado, vale la pena seguir
Fernando Hernández. Paseando el otro día, casi al final de la Calzada, me vino de pronto a la memoria, un flash, un soñar despierto, algo agradable y  desagradable a la vez. Encantador, fue recordar la imagen del antiguo y bonito colegio, por siempre María Luisa Terry. Lo ingrato, cuando me vino  a la mente la imagen de aquello que fue la OJE, Organización Juvenil Española, que se encontraba lindando con el colegio referido.
Era allí, donde estaba la única mesa de ping-pong que había en Sanlúcar, como una especie de anzuelo, que había que mirar por los ventanales. Si querías jugar te tenías que apuntar a la organización, y en función a lo pagado, tenias unos derechos. Recuerdo aquellos niños uniformados con pantalón corto y camisas con muchos bolsillos y boinas rojas. Uniformes que solo podían tener los hijos pudientes, o aquellos que pertenecían el régimen, falangistas, como todos aquellos que representaban a las federaciones provinciales de todo tipo en esta ciudad, en aquella época franquista.
 
Estos niños acaudalados eran los únicos que iban de campamento en vacaciones a otras ciudades lejanas. Los menos pudientes, servidores humildes a la fuerza del régimen, lo mandaban a Puente Zuazo (Chipiona) una semanita. Recuerdo aquellos mandos intermedios orondos, con mucho fijador en el pelo, que ni siquiera se les movían los pelos ni cuando se quitaban la boina, ligeramente inclinada a la derecha. Aquellos que chillando ponían en fila a aquellos jóvenes, para cantar cara al sol. Cubrirse, jar…. Menos mal que no han vuelto a aparecer, estos mandos, por Sanlúcar, ni siquiera para comer.   
 
De pronto desperté de este mal sueño, por que un perro me espabiló al recoger una piedra debajo de mis pies que le había tirado su dueño, jugando. Y con ellos, dueño y perro, seguí paseando, como nuevos amigos por la Calzada dirección a Cabildo, contándome algo que le ocurría a su perro, por si le podía ayudar, que transcribo literalmente:
 
Mi perrito,  como ves pastor alemán, se llama “Corbatito” y está obsesionado con entrar al cuerpo de la unidad canina de la policía. Yo le digo que tiene que opositar, y el dice que no. Porque dice que su hermana de sangre, llamada “Corbatita”, que mora en casa de un alto cargo del PP de Sanlúcar, le ha dicho por facebook perruno, que su jefe ha logrado que “Corbatita”, hermana de sangre, haya entrado en la unidad  canina de la policía autónoma, sin superar ningún proceso opositor y sin que se tenga en cuenta  mérito y  capacidad”.
 
Me ha pedido, que por favor, como escribo de vez en cuando en este medio, que lo cuente para ver si llega ha oídos del dueño de “Corbatita”, para ayudar a su hermano de sangre, “Corbatito”, que está obsesionado con la unidad canina de la policía. Cosa que para mi es un placer hacer. Suerte amigos. Seguro que damos con él. 
 
 
 
 

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