Cartas de una sombra Imprimir
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25 de Enero de 2021
El escritor
José Antonio Córdoba.-Aquel hombre había visitado tantos mundos, que un día se sentó frente al portal, ese que tantas veces había cruzado en sus idas y venidas. Pero hoy no quería cruzar, se sentía hastiado, pues se había dado cuenta, quizás tarde; quizás es que nunca pretendió ser un viajero; quizás se buscaba a él mismo y lo que encontró no le gustó; quizás se dio cuenta de que lo mortal no estaba en el riesgo de viajar, sino en la fantasía al otro lado, y en la hipocresía del lado en el cual ahora estaba sentado.
Al otro lado hermosas historias, unas sencillas, otras complejas, pero al volver, no había nadie esperando para que se las contara, o incluso, que lo acompañara a esos mundos.
Se reclinó sobre el espaldar de la silla, y durante días miró incansablemente la puerta, pero no ocurrió nada. De reojo miró la mesa, su pluma, las cuartillas comenzaban a volatilizarse con la brisa del atardecer, pero… él no hizo nada.
 
Volvió a fijar la vista en la puerta, la cuartilla permanecía en blanco tan impasible, y vacía como él. Pensó que, «al final, al otro lado, en alguno de esos mundos, él, había muerto y que ahora, allí sentado estaba su volátil recuerdo». De alguna forma en lo más profundo de su ser esperaba que la puerta se abriera a un mundo nuevo o alguno ya conocido, porque a fin de cuentas, para que ir, si al volver nadie lo esperaba.
Por fin, decidió estirar el brazo y tomar su pluma, al hacerlo aquella silla se quedó vacía, la cuartilla  en blanco…
Mientras el mundo dormía aquel escritor se disipó como la niebla…