IZQUIERDA UNIDA Y LA IZQUIERDA UNIDA

ante las elecciones generales

Todavía se puede, desde la izquierda y la indignación, plantear y ganar las próximas elecciones como si fuesen plebiscitarias: en torno a la renovación de la Constitución de 1978, que dictó la política de circunstancias de la Transición. Todavía se puede, pero andamos cortitos de fuerzas. Por mucho que el PSOE saque pecho de izquierda, sabemos que en un momento dado el PSOE se acerca al PP, como hemos estado a punto de ver con la vaina de la gobernabilidad y de que gobierne la lista más votada, sutiles maneras de cambiarnos el sistema proporcional por el mayoritario y de escribir el bipartidismo ya con letra grande en la ley electoral. Tenemos que alegrarnos de los últimos resultados electorales: con Podemos en la tarta de la política, PP y PSOE no podrán dar el golpe de Estado interior que pretendían.

 

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Otra victoria parcial es la derrota a tiempo de Izquierda Unida, coalición que, de aquí a las próximas Generales, todavía puede disolverse como la izquierda unida o unidad popular que quiso ser, y no ha sido, y de dar libertad de voto y de actuación política a militantes y simpatizantes para sumarse al único proyecto capaz de cambiar las cosas. IU tiene que darle a Podemos o a sus marcas registradas el relevo en el papel de tirar del PSOE hacia la izquierda, visto que el PSOE, en cuanto puede y lo dejan solo, tiende a pactar con el PP. Cabezas tiene IU, experiencia y valores indesmayables; locales, sedes, infraestructura, presupuesto. Si en vez de imitar o de criticar a Podemos, el potencial humano de Izquierda Unida se suma al río que nos lleva, todavía podríamos conocer un ciclón. Quedar cortitos en unas municipales no es tan grave. Hay tiempo para trabajar para ganar, por este orden, las Cortes, la Moncloa, la Zarzuela y la Constitución. Eso sería lo plebiscitado: que el cambio se diese como una consecuencia natural de la mayoría conseguida. ¿Quién se apunta?

Daniel Lebrato, NI tontos ni marxistas, 26 del 5 de 2015