Cartas de una sombra Imprimir
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05 de Marzo de 2018
El llanto de EMMA.
José Antonio Córdoba.-Iba a comentar en facebook, pero decidí tomar la cuartilla.
En estos días y sin irnos muy lejos, son cuantiosas las noticias al respecto de los daños, la ruina que está provocando EMMA.
 Y me resulta cuanto menos irónico escuchar como culpamos a la Naturaleza, por ser precisamente eso, los elementos que rigen este planeta en libertad. Casas inundadas, así como calles y plazas. Pero, ¿no hemos impedido la filtración de las aguas con tanto hormigón? En estos días un propietario de chiringuito con cámara en mano mostraba la pila de maderas que era su chiringuito en la playa. ¿Tienen las olas acotada su expansión sobre la orilla? Hoy lunes, los destrozos en Puerto Sherry, embarcaciones revoleadas al son caprichoso de los vientos. ¿Y es culpable la Naturaleza?, ¡pues no! Mire Usted, lo somos nosotros, por un lado el creernos amos y señores de cada palmo de tierra y legua de mar (presi ya aprendí a decir, Legua)
A esto sumémosle que hacemos las cosas en plan compadre y, más aún,  nuestra tan clara falta de previsión ante estos fenómenos, porque tras días de aviso de viento y temporal puedes ver en las imágenes embarcaciones en caballetes que ya ni las comuniones o bautizo utilizan. Me “hace gracia” escuchar a quien lo graba, repetir: “¡ruina!, ¡ruina!”. Señores, ¡haber invertido en anclajes y cinchos para fijar las embarcaciones! Esto es como dejar en la cubierta de un portaviones, las aeronaves solo con el freno de mano. Pero más sorprendente, cuando dice: “que la pantalla también la ha destrozado el viento”. Aquí, me deja claro que seguramente sean de los que salen a la mar en día de remanso absoluto. Pues una pantalla, no es más que una vela hormigón que ofrece mayor resistencia al viento y con un peso añadido (hormigón) que más que ayudar va en su contra, conclusión ¡al carajo la pantalla! Vídeos de lo que comento los hay en las redes, con los que llorar a pierna suelta.
 
Cada temporal volvemos a lo mismo, sin aprender de los pasados. Volvemos a escuchar cómo se echa la culpa a la Naturaleza; los daños que lo pague el Ayuntamiento o Gobierno, cuando es nuestra propia ignorancia la que nos hace caer en estos desvalijos.
 
Pero estas letras me las incita un vídeo de Guadafilm, del amigo Rafa Santero, donde hace un año hablaba del maremoto de 1755. Y del que doy humilde consejo, visionen, pues vivimos en una continua ruleta rusa, donde estas vivencias del EMMA no son más que pequeñeces ante lo que está por venir.
Las dos Sanlúcar, la de siempre, ¡uy que curioso!, en lo alto de un escarpado, y la moderna, en la ribera. Pero la tercera e imperturbable, la Sanlúcar de Bonanza, alejada de la bocana y a resguardo de temporales.
 
Hubo un tiempo en el que el hombre vivía mirando al río, pendiente a sus crecidas, al viento, hoy lo hacemos mirándonos el ombligo. ¿Y ahora lloramos, seamos consecuentes con nuestros actos?
Y hablamos de dominar la Naturaleza, pues perdonar, pero llevamos millones de años  jugando fuera de casa y hasta ahora, solo sabemos perder.

José Antonio Córdoba Fernández

Investigador-Columnista-Escritor